30 días escribiendo

Día 26

¿Cómo te imaginas el futuro? Escribe una pequeña historia de ficción.

-¡Corre Montse!-Le ordeno a mi hermana con los nervios de punta y mi corazón dando fuertes pulsaciones.

Nos adentramos al bosque y seguimos corriendo. Al final si había podido robar esta lata de frijoles, pero me vieron. Tengo me proteger a mi hermana... Con mi vida si es necesario.

Entramos a nuestra "casa-cueva" y tapo su boca para pasar desapercibidas por los que nos persiguen.

Después de 1 hora, estoy segura que el peligro ya ha pasado. Le doy de comer a mi hermana y se va a dormir.

Yo me recuesto en estas hojas secas y espero a que el sueño me invada por completo.

1 mes antes.

Apenas puedo ver el polvo que cae por el techo, la luz es muy escasa. Me muero de calor, tengo hambre, quisiera darme un baño, pero ya nada sirve... No después de las bombas.

¡Bom!

Cierro los ojos con fuerza.

¡Bom!

Escucho gritos afuera.

¡Bom!

Silencio.

Me acerco a mi hermana y la abrazo con fuerza.

-Tengo miedo-Susurra.

En otros tiempo le hubiera dicho que tener miedo era para cobardes o algo cruel. Así era yo, cruel. Pero cuando la misma crueldad te toca la puerta... Te das cuenta de lo basura y pequeño que eres.

Me limito a abrazarla con fuerza hasta que duerme.

Mis padres han muerto, yo lo vi con mis propios ojos, como la misma humanidad le quitó la humanidad a ellos.

Quiero morir, es lo que deseo con más fuerza. Pero teniendo a mi hermana a mi cuidado, teniendo la esperanza en un hilo delgado, no podría dejar a mi hermana sola. No me lo perdonaría aún estando muerta.

Actualmente.

-¡Despierta!-Me grita mi hermana a todo pulmón.

Instintivamente le tapo la boca; una de las reglas era no gritar para que no nos encuentren.

-¿Qué te pasa?-Le susurró con la cabeza hirviendo de miedo y rabia.

No tenía caso que me lo explicara, ya lo sabia, aún así, no iba a poder hacerlo porque ella ya estaría muerta para poder contármelo.

La sangre de mi hermana salpica mi cara y hasta entra a mi boca.

Unos tipos me empiezan a gritar palabras que no entiendo, ya estaba, no podía más.

Agarro el cuchillo que siempre guardaba el la bota y se lo clavo directamente en la cabeza al primero que veo.

Lo último que vi fue su vida irse... Al igual que la mía.