Capítulo 2

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La risa de un infante se escuchó por  todo el prado, todo parecía sereno, todo tranquilo, todo demasiado perfecto para pertenecer al mundo real, al mundo en el que solía vivir.

Sonreí para mis adentros al ver que a cada paso que daba el prado crecía y los tulipanes rojos y anaranjados parecían más maduros mientras que el pasto se mantenía cada vez más verde, un verde limón segador.

Nuevamente la risa de un infante se escuchó a lo lejos, me di la vuelta sobre mis talones para divisar al dueño o dueña. Pero nada.

Fruncí el ceño con algo de frustración.

-¡Hey! ¿Dónde estás?.-Grite a la nada, la risa volvió a surgir.

Al intenté que la risa seso una chiquilla apareció ante mis ojos.

Algo en ella me era levemente familiar.

Sus ojos marrones y grandes desentonaban por completo con sus pálidas facciones aun de bebe.

La niña apunto con su dedo mi vestimenta y volvió a sonreír.

Mire hacia abajo y me sorprendió ver que estaba con un vestido suelto blanco, cuando recientemente estaba con mis tejanos desgastados y mi playera blanca.

Volví la mirada de la niña, la cual ya no sonreía, ni siquiera reía. Su cara ya no mostraba lo risueña que estaba recién, más bien, sus ojos mostraban miedo, pavor.

Volvió a apuntar, esta vez al cielo.

Mire al mismo punto que ella me señalaba, donde un pájaro marrón volaba el círculos sobre nosotras, o sobre ella. O simplemente sobre mí.

El pájaro que al parecer era un águila, bajo en picada directo hacia la pequeña la cual soltaba un grito que describía todo su miedo.

-¡¡Corre!!.-Le grite, ella me volvió a mirar y todo paso en segundos.

Su cara demostraba que ella no podía hacer nada, sus grandes ojos mostraban tristeza pura y miedo, mucho miedo.

Sin más el águila aterrizó sobre la tierra en un borrón a la vez que volvía a abrir sus grandes y marrones alas, el cuerpo de un chico aparecía.

Solo le podía ver la espalda, todo lo veía desde afuera, como si no existiera. Como si todo fuera una función.

El hombre soltó una carcajada al ver que la niña temblaba de miedo.

Se acercó un pasó a la pequeña la cual solo miraba por sobre el hombro del chico en mi dirección.

-¡¡Vamos, corre!!.-Le volví a gritar, el chico dio un respingo al oír mi voz y se volteó.

Como si hasta este momento no me hubiera percibido.

Solté un jadeo involuntario al ver sus ojos.

El chico tenía los ojos entre amarillentos y rojizos y su cabello del mismo color que sus alas caían sobre su frente. Se acercó a mí un paso tras otro.

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