capitulo 4

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Cruzada de piernas en posición de indio, leía por tercera el mismo libro que me traía con fascinación.

Pero no todo puede ser perfecto, estando en la mejor parte del libro, en pleno clímax, el timbre suena.

Bufo molesta y me quedo en silencio pensando que tal vez quién quiera que este afuera se aburrirá y se irá para yo poder seguir con mí libro.

Pero no, la persona tras la puerta no se cansa y toca una y otra vez.

Rendida y segura, de que quien está afuera no se cansara, me levanto con las piernas adormecidas y camino, o mejor dicho arrastró, hasta la puerta.

Pero a segundos de abrirla siento una fuerte punzada en la cabeza que hace que me detenga por completo, me sujeto del mueble que hay a mi lado para no perder el equilibrio. Cierro los ojos con fuerza, pera que el dolor se valla tan rápido como llego y así es, abro los ojos parpadeando varias veces y termino de acercarme a la puerta para abrirla y ver...

¿Qué mie...

Ahí estaba él, todo su espléndido ser, estaba frente a mí, con su característica ropa negra y espalda recta.

Su cabello despeinado específicamente, sus ojos grises estaban completamente negros, con lujuria...

Sus labios estaban entreabiertos soltando respiraciones fuertes como si hubiera corrido una hasta llegar a mi puerta, todo en el dejaba que desear, incluso fantasear.

Pero...

-¿Qué haces...

Antes de poder terminar la pregunta de millón "¿Qué haces aquí? " el acorto toda distancia que nos separa y me besa.

Antes de poder terminar la pregunta de millón "¿Qué haces aquí? " el acorto toda distancia que nos separa y me besa

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Trato de alejarlo poniendo mis manos en su pecho, pero al tocarlo una descarga eléctrica me recorrió el cuerpo.

Ya no estaba en toda mi capacidad de pensar, le devolví el beso con la misma intensidad que él o incluso más. Todo era demasiado real, demasiado bueno...

Pasaron segundos, quizás minutos, pero no nos separamos. El me tomo por la cintura y me levemente me levanto, enrolle mis piernas en sus caderas y solté un jadeo prisionero de la pasión.

El gimió en mi boca, seguido de mí, entre abrí mis labios y él le dio paso a su lengua, empezando una guerra que parecía nunca acabar entre ellas.

Sus manos trazaban círculos en mis muslos mientras que las mías, se apoderaban de su cabello y cuello, tenso.

Todo irreal y ardiente.

Nos trasladamos entre tropezones hasta el sillón que estaba a unos cuanto metros.

Me depositó con él por encima sin dejar todo su peso sobre el mío.

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