19 de febrero 2016

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Hoy viernes, supone ser el día más feliz, creo que, universalmente solo porque marca el comienzo del fin de semana... pero en personas como a mí, no aplican ni siquiera las leyes universales.

Primero que nada, mi madre volvió ayer de su viaje de trabajo, te podrás imaginar su sorpresa al abrir la puerta y encontrarme durmiendo en el sofá. Si, después de nuestra tarde de chicas en el café, con Nick decidimos ir a pasear al centro de la ciudad, a mirar algunas tiendas y además pasar el rato. Pero no duró mucho tiempo porque apenas llegamos a la primer tienda mi amiga tuvo que atender una llamada, según ella muy importante (si, todos sabemos que era uno de sus "pretendientes") y se sentó en una pequeña plaza de donde no pude despegarla como por 25 minutos que duró la dichosa llamada. Luego de que colgó pensé " POR FIN!" pero enseguida me miro con "esa" cara, y si, hablo de "esa" cara que todos conocen, "esa" cara que puede derretir hasta a los cubos de hielo, "esa" cara con la que le preguntas a tu madre si puedes salir de fiesta (aunque nunca uses la palabra fiesta en frente de ella ), en fin, "esa" cara.

Sabía que me iba a dar alguna explicación astral sobre cómo ella y este chico misterioso debían casarse, cómo estaban destinados a estar juntos de por vida y como sus caminos estaban escritos en el cielo, pero  yo no me sentía de humor.  Bajé la cabeza y dije:


-  Okei, ¿puedes llevarme a casa por lo menos?

-  ¿Eres la mejor lo sabes?, juro que te recompensaré!! – dijo Nick con un poco de culpa.

-  Me debes una  cena guarra, y no será barata, eso te lo aseguro – dije.  Me di cuenta que mi acento español es todavía más malo que el de Nick.


En fin, el punto es que volví a casa y lo primero que hice fue tirarme en el sofá de la sala y por supuesto que me quede dormida...   Mi madre abrió la puerta y ZAZ!! Estoy castigada.


Hoy me hizo despertarme  a las 6 de la mañana, según ella esa era la hora en la que me tenía que despertar todos los días para no llegar tarde al instituto.  ¿Enserio?   Con tener 5 minutos para cepillarme los dientes  es más que suficiente para mí, pero a esto te enfrentas cuando mi madre está  en casa.


Ahora pongámonos en situación, son las 8 de la mañana,  me desperté a las 6 pero mi facha es de como si no hubiese tenido tiempo ni de lavarme la cara, está por comenzar la primera clase del día lo que, para mí, ya  es un tormento y todavía no puedo ni mantener los ojos abiertos.


Resumiendo, fui el principal blanco de las bromas de mis compañeros,  el profesor me sacó del salón por estar durmiendo en clase, me tropecé con la puerta al salir, terminé sentada en el suelo  mientras mis compañeros se reían desde el interior de la clase y para rematarla me senté sobre un chicle.


¿A quién le pasan estas cosas? Por supuesto, solo a mí.

Allí estaba yo, caminando por el instituto con un chicle pegado a mi trasero, cuando sonó el timbre que anunciaba el almuerzo. Esperé a Nick frente a su clase  y le conté lo sucedido mientras íbamos hacia el comedor, por supuesto, ella iba riendo a carcajadas y  diciendo que no podía creer mi mala suerte. 

Almorzamos, quedaba tan solo una clase para poder gozar de nuestra libertad (bueno, en realidad yo no, porque estoy castigada) pero no podía ser otra más que la querida y hermosa Gimnasia. Y si, era una clase que tenía con Nick así que no era tan terrible, pero créeme que si lo fue, fue más que terrible; En cuanto llegamos anunciaron que teníamos un compañero nuevo,  Christopher Sale , lógico, hay 25 institutos en toda la ciudad, 25!! Pero claro que el comenzaba en el nuestro, ¿y que mejor suerte que fuera en mi clase?.


Gimnasia fue una vergüenza tras otra, no podía hacer nada bien, este chico parecía un acosador, no paraba de mirarme... Nick intentaba hacerse notar para atraer las miradas de los chicos que practicaban  y  eso me favorecía un poco ya que pasaba desapercibida,  pero había dos pares de ojos que no me podía quitar de encima, los del nuevo y los del entrenador, que cada dos minutos me gritaba que hiciera bien los ejercicios. Cuando sonó el timbre estaba exhausta. Quería que el día terminara en ese mismo momento. Pero no fue así, al salir de clase mi celular vibró: era mi madre avisándome que tenía que volver a viajar por el trabajo, que volvería el domingo pero me recordaba que estaba castigada y que no planeara nada raro.


¿De dónde sacas esas cosa mamá?...





Diario de almas perdidas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora