Capitulo 4

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Después de leer por encima las primeras páginas, escondió el diario para poder volver a leerlo más tarde, y se dispuso a subir hasta su clase con rapidez, de modo que nadie se extrañase de su tardanza. En el momento en el que sacó el diario del cajón de la mesa del director no pensó en los resultados de sus acciones, claro que ya no quedaba nada para fin de curso, y estaba segura que el diario le serviría de mucha ayuda si quería averiguar a que se enfrentaba.

Cuando llego entró sin dilación en la clase rezando por no haber estado mucho tiempo fuera, por fortuna ni la profesora ni los alumnos se extrañaron y no preguntaron nada, con lo que le dio las llaves, se sentó en su sitio y esperó a que la clase acabara; para contarle a Ana sobre su descubrimiento.

- Así que lo que me estás contando es que has cogido un Diario que no es tuyo, del cajón del director nada menos, simplemente porque habla del sitio con el que sueñas. No quiero aguarte la fiesta, pero si el director se entera que has sido tú, vas ha estar en serios problemas- Replico Ana cuando finalmente acabaron las clases y Thalia le enseñó lo que tenía en su posesión.

-Lo se, lo se ,pero no sabía muy bien que hacer, no iba a tener otra oportunidad como esta, además no creo que se de cuenta de que no está, cuando lo encontré estaba lleno de polvo, seguro que hace años que no miran sus contenidos- Explicó Thalia intentando excusar sus acciones.

-Tal vez tengas razón pero si te metes en problemas por algo tan tonto como esto...

-Está bien lo entiendo, pero ya es casi fin de curso y no creo que se vayan a dar cuenta a tiempo, y si lo hacen y por alguna razón se enteran que he sido yo, simplemente les contare la verdad, si el Diario estaba ahí debe de ser porque al menos lo han leído, con lo que puedo intentar convencerles de la urgencia de mi situación.

-Esta bien, si insistes -Suspiro su amiga cansada.-Volvamos al apartamento, aún tenemos muchas cosas que trasladar.

Las siguientes tres horas las pasaron trasladando cosas y desempaquetando, por lo que se hicieron eternas para las dos amigas. Mientras seguían su arduo trabajo de montar estanterías, poner libros, el sofá, la televisión, y demás. Thalia no podía más que pensar en la suerte que habían tenido de que los padres de Ana y lo suyos propios las habían ayudado a conseguir los muebles; además que muchos se los habían dejado los antiguos habitantes antes de vender la casa, con lo que no se tenían que gastar un dineral en comprarlos. Lo que sí se hacía pesado era redistribuirlos conforme a sus necesidades actuales.

Cuando ya estaban casi acabando Thalia dijo:

-Ana, espero que no te importe que me vaya un rato, tengo que ir a casa de mis padres, como mi cumpleaños está cerca y ahora vamos a vivir lejos, han decidido darme mi regalo de cumpleaños hoy en vez de dentro de una semana.

-Claro, no te preocupes, yo creo que me voy a tomar un descanso y luego si eso termino, ya no nos queda casi nada- Respondió su amiga desde la cocina. - Además, ya que estoy, me pondré a hacer la cena para cuando vuelvas.

-Muchas gracias, eres la mejor. Que te vaya bien, suerte.-Dicho esto Thalia salió en dirección al tranvía.

El reloj de su muñeca marcaba las nueve de la tarde para cuando finalmente llegó a casa de sus padres, era ya un poco tarde pero conociendo a su familia sabía que aún esperarían hasta las diez para empezar a cenar, por lo que sus padres no se sorprenderían tanto por la visita tardía, dado que esperaban que hoy viniese. La puerta se abrió de inmediato nada más tocar el timbre y la cara, enmarcaba por un sonrisa, de su madre apareció tras ella.

-Hola, buenos días querida, tu padre y yo te estábamos esperando, ¿Por qué la tardanza, ha pasado algo?

-No, lo siento por llegar a esta hora, pero entre la pequeña reforma que tenemos montada en nuestro piso, se me ha ido el santo al cielo.- Respondió Thalia excusandose.

La expresión de su madre se oscureció un poco tras la mención del apartamento pero rápidamente volvió a la normalidad e invitó a Thalia a pasar adentro.

No era ningún secreto el que sus padres no aprobasen el que se hubiera mudado nada más cumplir la mayoría de edad, pensando tal vez que de alguna forma era su culpa por no haber pasado más tiempo con ella; cuando en realidad, es justamente lo contrario.

Aún teniendo esta mentalidad los dos se portaron de forma muy educada, intentando no sacar el tema y en vez optando por darle los regalos a su hija.

-Y bien, ¿te gustan querida? - Preguntó su madre inquisitivamente

-Sí muchas gracias, no teníais que haberos gastado tanto dinero en mi...

-Tonterías, pensamos que te serían útiles. Además hemos recibido muy buenos comentarios de tus profesores y tus notas, es solo una manera de darte nuestro agradecimiento, si contar que dentro de poco pasarás a la universidad...-Añadió su madre sonriendo.

-Pues muchas gracias me han encantado enserio, ummm ahora si no os importa me gustaría subir a mi habitación para recoger todo lo que me haya podido dejar...-Dijo Thalia haciendo claro su punto de recoger las cosas para la mudanza.

Sus padres no dijeron nada antes esto, y tan solo asintieron intentando parecer menos disgustados que lo que realmente estaban. Con esto Thalia se levantó de su sitio, subió las escaleras hasta su cuarto, y se quedó mirando impasible su habitación medio desértica. La cama faltaba, junto con la mayoría de sus libros, su ropa y su mesa de estudio, lo único que continuaba en pie era su vieja mesilla que había pertenecido a su bisabuela. Esta también había pensado llevársela pues era algo que la llenaba de memorias de su infancia, esos momentos felices antes de que nada de esto estuviese pasando, por desgracia la mesilla también tenía valor sentimental para su madre, de la cual la había heredado. Llevársela solo haría que se sintiese peor consigo misma por irse en el primer lugar, cuando sus padres querían que se quedase.

Lo que más sorprendió a Thalia sin embargo en el momento que estaba mirando su habitación no fue la mesilla, sino lo que estaba encima de ella; su medicación, no se podía creer que entre todo el follón se le hubiese olvidado. Temblando se acercó donde se encontraba y cogió una de las pastillas blancas en su mano.

-En posible, es posible que todo esto haya sucedido por no tomar la medicación, no estaba medicada precisamente para que cosas como estas no pasasen, no me lo puedo creer, es imposible...- Pensó repetidamente mientras sostenía en sus tembladizas manos el bote que contenía las pastillas.

Todo su cuerpo empezó a temblar y tenía ganas de desmayarse, pero se contuvo, no podía caerse rendida aquí, no es casa de sus padres. No, ya les había echo sufrir demasiado, demasiado como para venirles echando en cara algo que no sabían, y es que si algo la ponía nerviosa de sus padres era su gran preocupación por cosas triviales. No, en vez de eso decidió hacer lo único que podía, dada su situación. Respiró hondo , recogió todo lo que tenía pensado llevarse y se dio la vuelta para enfrentarse a sus padres, rezando para que no se diesen cuenta de que algo pasaba.


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⏰ Última actualización: Dec 03, 2015 ⏰

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