Marcel.

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Capítulo 3: Marcel.

El móvil aún sigue sonando mientras mis párpados no quieren despegarse, estiro la mano hasta la mesa de noche en busca del teléfono, cuando lo encuentro atiendo sin saber quien es debido a que aún mantengo los ojos cerrados y pretendo no abrirlos, quisiera insultar a la persona que está llamando por interrumpir mi sueño lo único malo es que no puedo debido a que es el mecánico avisando que el auto esta listo. Entre dormida y despierta le confirmo que hoy iré.

Nuevo amanecer, dos palabras que al juntarse tienen tantos significados, un nuevo día, una nueva alegría tal vez un nuevo sueño o una nueva oportunidad. Eso es lo que tenemos al despertar cada mañana y en lo que pienso a medida que el agua fría va cubriendo mi cuerpo, el baño matutino por lo general me ayuda a reflexionar aunque casi siempre lo hago para que se vaya el sueño.

Buenos días cariño fue lo que le dije a mi hermano mientras servía mi café a lo cual él sólo respondió con una leve sonrisa sin despegar la vista de su lapto, supongo que tiene trabajo. Me dirijo al balcón para apoyarme de la baranda y disfrutar de las personas pasar.

Me encanta desearle a cada persona que pasa en frente de este balcón los buenos días, algunos pensarán que estoy loca otros tan solo sonríen y me los desean a mi también. Lo aprendí de mi madre, ella siempre decía que un buenos días podría alegrar a muchos. Cada mañana se paraba en la puerta y hacía lo mismo, yo la acompañaba no tanto por ver la reacción de las personas sino para ver su rostro en realidad le fascinaba, a veces pienso que lo hago es para no dejar ir una parte de ella.

-¿Te piensas vestir en algún momento del día?- Pregunta una voz un poco chillona para ser de un hombre.

-Buenos días para ti también -Giro levantando mi taza de café - ¿Qué tengo de malo?

-Que tal que aún cargas la bata de baño- Señala. Había olvidado ese detalle antes de salir al balcón.

-Nadie nota eso excepto tú- Se que es mentira pero no admitire que olvide cambiarme al salir del baño-Además te recuerdo que te gusta todo menos la mujeres - Le aseguro con una sonrisa a mi vecino.

-Me perturbas Lucía, a menos que sea tu hermano el que esté así siempre me quejare - Comenta Federicco mirandome algo extraño- No te creas tan guapa para andar así por el balcón-No pude evitar reirme tras sus palabras.

-¿Quieres que me la quite a ver quién no está guapa? - Lo reto con la mirada.

- Y luego me dices que eres decente - ante su comentario los dos no echamos a reír - La próxima que sea Aless el que esté así, eso sí sería un buenos días espectacular

-Acepta que te molesta porque cuando me ves así te causo sensaciones Fede - Suelto metiéndome al departamento antes de que me insulte.

Federicco es ese amigo homosexual que toda chica debería de tener, nos conocimos al mudarme a este edificio unas cuantas veces puede ser un dolor de cabeza sin embargo siempre está cuando lo necesito y no me arrepiento de la amistad que tengo con él.

¿Por qué las mujeres somos tan indecisas? He estado alrededor de cuarenta minutos decidiendo que ponerme y siempre vuelvo a la ropa que tome desde un principio, eso es un poco frustrante. Compruebo nuevamente en el espejo que este bien antes de salir, si hay algo que amo de mi es el cabello Crespo.

Me da gracia cuando escucho personas hablando de que quieren una aventura, sin darse cuenta que están viviendo la más grandiosa de ellas, porque la vida es una aventura compuesta de días y tiempo, cuando en realidad aprendas a disfrutarla no tendrás que ir tras otra, simplemente esa nunca se acabará. En el bus venían dos chicas no más de dieciséis hablando de eso, una le daba consejos a la otra mientras yo estaba aguantando las ganas de gritar que no hiciera nada de eso, yo hice lo mismo y no me fue nada bien, pero de los errores se aprende espero que las enseñanzas para ese par sean buena.

Cuando Te Diga AdiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora