Capítulo 1

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Capítulo 1

Mi nombre es Valentina, soy una chica cristiana. En tres días viajaré a Argentina para estudiar en un instituto bíblico; siempre he querido ir a uno. Lo malo es que me dan miedo las alturas y tengo que viajar en avión, y no sé cómo haré para llegar allá viva y no desmayarme. Lo bueno es que iré con mi mejor amiga, Sofía, así que no tengo por qué preocuparme; sé que ella estará ahí para ayudarme en el avión.

Mi celular empezó a sonar en medio de mis pensamientos sobre los pros y contras del viaje. Miré que la persona que me llamaba era Sofi, y con todo gusto contesté la llamada.

- Hola, Sofi, ¿cómo estás? ¿Ya tienes las maletas? - Dije con ansias.

- Sí, al fin tus papás te dejaron que me fuera a dormir a tu casa estos días - dijo sin interés al responder mi pregunta.

- ¡Sí, claro! Pero, ¿tu mamá no se enoja porque vengas los últimos días que vas a estar aquí en el país?

- Sí se enojó, pero ya hablé con ella de eso, ¡y me dejó!

- Bueno, aquí te espero. Entonces, ¿vienes hoy, no?

- Sí, Tina, sí voy hoy - dijo insistente - llego a las 13:45, ¿está bien?

- ¡Sí! ¡Está bien! ¡Te espero! ¡Bye!

- ¡Chau! - La escuché mientras colgaba la llamada.

Mientras Sofi venía, fui al súper con mi madre. Ella se llamaba Carolina, era muy buena, y aunque a veces peleábamos y eso, la quería más que a nada en esta vida.

Salí de casa con mi madre y nos subimos al auto.

- Entonces, ¿Sofi llega hoy? - dijo rompiendo el silencio.

- Sí, al parecer peleó con la mamá por eso - dije sin interés.

- Pero, ¿la mamá va a ir a despedirse de ella al aeropuerto? - dijo ella.

- Sí, y va la hermana también. Me parece bien que se hayan reconciliado ella y la hermana. (La hermana de Sofi y Sofi pelearon una vez por un chico). Llegamos al súper y nos bajamos del auto para ir por un carrito de compras.

- Me parece bien - dijo mi madre.

- Ma, ¿crees que en el instituto haya internet? - dije yo ansiosa.

- Me imagino que sí, y si no, ves qué hacer para conseguir algo que tenga internet, porque tenemos que hablar todos los días. Sabes que no puedo estar sin ti ni un momento, ¿verdad? - dijo angustiada.

- Sí, ma, lo sé. No sé qué harías sin mí - dije, poniendo un tarro de helado de chocolate en el carrito.

- ¿Vas a ir a visitar a tus amigos allá en Argentina?

- Sí, obvio, aunque tarde horas en llegar a donde esté. El que vive más cerca del instituto es Osca, y vive con Vicky porque al final se casaron - dije emocionada.

- Oh, y pensar que Vicky siempre estuvo enamorada de él y él no quería nada con ella, jajaja.

- Sí, la verdad es lindo saber que un amor que se pensó que nunca pasaría, al final pasó - dije con las manos en forma de oración y mirando al techo.

- Sí, bueno, ¿qué hora es? ¿Sabes? - dijo extrañada.

- Ammm, son las... - miré mi celular - ... son las 13:35. - Sentí que algo se me olvidaba - ¡Oh, Sofi!

- Bueno, terminamos de pasar las cosas y nos vamos, porque no la llamas - dijo, pasando la tarjeta de crédito a la empleada del súper.

- Sí - dije apurada.

Empecé a llamar a Sofi, esperando a que contestara. Sonó un par de veces el teléfono, hasta que por fin contestó.

- ¡Hola! - dijo Sofi extrañada.

- Hola, Sofi, estamos en el súper, ¿ya llegaste a la casa? - dije apurada.

- Sí, llevo 10 minutos aquí parada... - dijo molesta.

- Oh, bueno, ya vamos, perdona.

- Bueno, está bien, ¡no me hagas esperar más, Valentina! - dijo más molesta aún.

- Emm, sí, chao. - Le colgué el teléfono y fui al carro donde ya estaba mamá.

- ¿Qué dijo? - dijo mamá.

- Dice que ya está allá.

---

Fue un día muy largo. Estuve viendo películas todo el día con Sofi, comiendo helado, etcétera.

Nos quedamos dormidas; al fin y al cabo no teníamos nada mejor que hacer.

Ya era de día, y decidimos ir a visitar a un amigo. Se llamaba Alejandro. Cuando éramos más chicos, él me contó que yo le gustaba, y por una extraña razón me fui alejando de él. Éramos buenos amigos, salíamos a todos los lugares posibles, pero entendí un día que no le puedo dar pan al que no tiene dientes, así que no le volví a hablar desde ese día. Sofi, por el contrario, habla mucho con él; son buenos amigos. Claro, así es Sofi, habla con todo el mundo, aunque es tímida. Pero cuando conoce a alguien, no deja de hablarle, ni siquiera si esa persona le hace algo malo. Aunque no sé por qué acepté ir a visitarlo, no sé, pero me agradó la idea. No lo veía hace como 4 años, y quiero ver cómo ha cambiado, porque hace cuatro años teníamos 14 y ahora tenemos 18. No sé cómo lo irá a tomar cuando me vea y le diga hola; tal vez ahora tenga una novia. La verdad, no es nada feo. Es de cabello negro y tiene unos hermosos ojos verdes. ¿Dije hermosos?

Llegamos a su casa y Sofi tocó el timbre. Salió una chica; era alta, pero no más alta que yo, de cabello rojo y piel muy blanca; tenía pecas. Sofi le dijo:

- Hola, emm, buscamos a Ale, ¿sabes si se encuentra?

Mientras tanto, yo me comía las uñas de los nervios.

La chica pelirroja gritó riendo:

- ¡Ale, te buscan, amor!

Ahora todo tenía sentido; la chica era novia de Alejandro. Dejé de comerme las uñas y miré hacia adentro.

Ale venía bajando de una escalera y, al llegar a la mitad de ellas, se quedó mirándome anonadado. Yo también me quedé mirándolo, por supuesto. Cuando iba a salir corriendo, Sofi me detuvo.

- ¡Ehhh! - dije molesta.

- Compórtate - dijo Sofi como si fuera mi madre.

La miré con carita de perro regañado y lo miré a él con la misma cara.

Él terminó de bajar la escalera y me abrazó. Me quedé en blanco.

- ¡Hola! - dijo feliz.

- ¿Hola? - dije extrañada.

- ¡Hola! - dijo Sofi.

- Ehhh, ¿es mío, nena? - dijo la chica pelirroja.

Él se apartó y dijo:

- Qué lindo verte, Tina. Estás más bella que nunca.

- Gracias - dije extrañada.

- ¿Quieren pasar? ¿A qué se debe su visita? - dijo él mientras la chica pelirroja subía las escaleras tratando de escapar.

Pasamos mientras Sofi le contaba a Ale que nos íbamos en tres días.

- ¿QUÉ? - dijo Ale. - Después de que casi no puedo hablar con Tina por 4 años, ¿y cuando me habla, se van?

- Em, sí, pero mira, vinimos a hablarte hoy - dije yo con pena. - Emmm, perdóname por dejarte sin hablar desde hace 4 años.

- Ah, tranquila, me hizo reflexionar en muchas cosas - dijo con una sonrisa de oreja a oreja.

- Ah, sí, ¿y en qué? - dijo Sofi.

- Shhh - le susurré a Sofi.

- Bueno, en que... en realidad... no puedo... D. dejar de que me gustes...

La vida de una chica cristianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora