1

4.6K 240 12
                                    



Las cinco de la mañana de un miercoles, me bajaron de la misma manera en la que me subieron al helicóptero: a rastras.

Las explicaciones habían sido pocas y efímeras, tres hombres vestidos de elegantes trajes negros entraron de manera espontanea a mi casa y mi abuelita Marie no parecía estar sorprendida. Un hombre se presentó como El capitán Abraxas, terrateniente de Arkania. Mi impacto al oír aquello fue relevador, me sentía delirante, Arkania solo existía en la imaginación mía y de mi padre, ellos me estaban diciendo lo contrario, muy a pesar de mis patadas y gritos me subieron al helicóptero para llevarme volando cerca de dos horas en plena oscuridad a quien sabe dónde.

Miles de documentos, cartas y un video de mi padre diciéndome quien era realmente fueron lo único que me hizo confiar en Abraxas y bajar de aquel lugar.

Velia querida. Si estás viendo este es porque seguramente ha llegado el tiempo de que sepas la verdad —mi padre sonrió a la cámara— lamento decirte que todos estos años que pensaste que mi profecion era ser un doctor no son ciertos. Soy el rey de Arkania, una pequeña isla al norte de Europa perfectamente escondida del mundo moderno. Querida, sé que esto es de lo más raro y suena ilógico, pero me conoces y sabes que no soy bueno para las explicaciones. Solo te pido que confíes en mí, sigas las órdenes del capitán Abraxas quien te llevará a tu nuevo hogar e institución educativa este ultimo año. Prometo ponerme en contacto lo más pronto posible y decirte todo lo que quieras. Te amo, bella luna.

—Princesa Velia. Hemos llegado —El capitán Abraxas fue el primero en llamarme de aquella manera es madrugada por primera vez.

—No me llame princesa —Le respondí con asco—Que de princesa no tengo nada.

Y era verdad, siempre fui una niña bien educada pero no con tan finos modales de princesa. El capitán Abraxas se rió levemente y me extendió su mano para ayudarme a bajar. La acepté temblorosa.

—¿Dónde estamos? —habíamos aterrizado en un helipuerto en lo que parecía ser otra isla. Podía oir el mar a lo lejos pero algo que me dejó impactada fue la inmensa mansión con las banderas azules elegante frente a mi, una fuente en medio del enorme jardín central y las escaleras iluminadas por una luz ambar muy tenue, el lugar resplandecía.

—En el Instituto Educativo de la Alta Cuna. —respondió orgulloso. —Su nuevo hogar durante un año.

—Esto debe ser una broma...—estaba perpleja.Un auto negro elegante se acercó a nosotros y de este abordaron un hermosa mujer mayor, quizá 50 o más años y un hombre elegante canoso mayor

—Princesa Velia. Bienvenida a ElHB, por sus siglas en inglés —Se dirigió a mí la dama elegante. Asentí con la cabeza— Soy la Señora Ester Brixton, subdirectora de esta institución y seré su guía esta primera semana —M extendió la mano, su tono de voz elegante y estirado me dio risa, la cual reprimí.

—Un placer, Señora Brixton —La saludé.

—Princesa Velia, es un placer tenerla al fin aquí. Es idéntica a su madre cuando tenía su edad —me sonrió el señor que acompañaba a la señora Brixton. La mención de mi madre me hizo sentir triste, todos la conocieron menos yo y absolutamente todos me decían lo mismo.

—Gracias, suelo oír eso a menudo —bajé la cabeza.

—Soy el Director del Instituto. James Brixton Collins —me estrechó entre sus brazos, mis huesos crujieron entre sus brazos haciéndome reír.

—Señor Brixton. —Lo reprendió su señora esposa, creo.

Abraxas y Yo subimos al auto acompañados de los Brixton, quienes me habían dicho que en cuento pisara la gran casa mis nuevos compañeros y familia me estarían esperando para darme la bienvenida.

—¿A las 5 de la mañana? —les pregunté sorprendida.

—A la hora que sea. Así son las cosas. —respondió la Señora B. A quien acababa de bautizar por ese alias.

—Serás presentada como una princesa oficial ante ellos —me sonrió el capitán Abraxas quien llevaba un maletín rojo muy bonito que no había visto antes.

—¿Quiénes? —pregunté.

—Príncipes, Princesas, Duques y Duquesas de todo el mundo —me contestó el Señor B. —O al menos de toda EIHB.

La señora B, me explicó que me pararía en un lujoso estrado que siempre estaba listo para este tipo de eventos inesperados y que haría una reverencia ante ellos después de ser coronada, no tenía que decir nada, si quería sonreír podía hacerlo, si no, no.

Las paredes del lugar eran elegantes, di un rápido vistamos mientras era arrastrada hasta el magno comedor, como solian llamarlo. Los señores B entraron a este dejándome atrás con el Capitán Abraxas.

—¿Estas lista? —preguntó. Lo miré a los ojos, castaños profundos y negué frenéticamente.

—¿Cómo se supone que encaje aquí? No podré hacer esto, sigo pensado que es una broma pesada —solté. El capitán rió levemente.

—Lo harás, eres idéntica a tu padre.

Esuché trompetas sonar y luego una voz muy fuerte.

—Cabeza en alto, Princesa.

Entonces caí en cuenta de algo gravísimo. Iba en mi ridícula pijama de ositos rosa. Mi cabello estaba enmarañado y esponjado, si decir nada de mi cara.

—Presentando. A su Alteza Velia Ahinoa Evander, princesa de Arkania.

Las puertas se abrieron frente a mi y había llegado la hora.


Entre príncipes y princesasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora