Aquella misma tarde James nos había llevado a la cabaña perteneciente a la escuela. Era una gran residencia en la que en ocasiones especiales algunos profesores daban clases de práctica en la playa.-Este lugar es perfecto para una fiesta -comentó Zol.
-Sólo dos veces han hecho una fiesta en este lugar hace tres generaciones, dicen que aquellos tiempos eran buenos -le respondió James.
En la cabaña estaban Ritta y Camila junto a sus hermanas y más tarde arribaron Jean y Sterlin.
-Princesa Velia -se acercó a mi Jean de tres zancadillas. Se veía serio. Quizá había sido mi culpa por dejarlo plantado.
-Príncipe Jean -dije haciendo alusión a su título real- ¿Qué lo tiene tan serio?
Jean notó mi cambio repentino de actuar.
-Quiero pensar, bella dama que usted sabe la respuesta -se puso a mi lado. Yo habia estado parada en la terraza que daba hacia la playa.
-Si se refiere a la invitacion de esta tarde he tenido que declinarla. Lamento no haberlo informado de la situación pero me temo su realeza que no estába en buenos términos.
Lo miré a los ojos. Los bellos ojos de Jean brillaron.
-¿Se encuentra bien? -preguntó con preocupación sincera
-Lo estoy ahora. Pero... ¿Podemos dejar de hablar así? Me duele la cabeza tan sólo pensar que debo hablar así el resto de mi existencia - bufé.
Jean soltó una carcajada. Luego dirigió su vista al mar.
- Te acostumbras, Velia -hizo una pausa y luego me recargué en el barandal viendo también el mar- Pareces ser una chica estupenda y estoy seguro de que esto de ser una princesa te irá como anillo al dedo
Jean hizo algo sumamente atrevido. No no me besó pero si tomó mi barbilla delicadamente y se acercó a mi para depositar un beso casto en el puente de mi nariz.
El contacto de Jean en mi nariz me hizo cerrar los ojos y aspirar su delicioso y masculino aroma.
Jean see separó con lentitud de mi, una tierna sonrisa mostraba su rostro.- Estás roja, my Lady
- Bueno acaba de hacer algo atrevido, caballero -sonreí.- Lo lamento pero lo volvería a hacer cada día de mi existencia verte sonrojar nuevamente, Velia.
Aquellas palabras me sacudieron por completo. Jean Tardiff era absolutamente un príncipe.
-No se como debería responder a eso -le dije con sinceridad.
Jean sonrió.
-No lo hagas, pero... Déjame decirte que me debes una cita, princesa de Arkania -guiñó un ojo
-Y voy a compensar eso, ten por seguro que además me sentaré contigo y el chico duende en el Magno -esa era mi manera de recompensarlo, vaya manera la mía.
-Qué sea también en clases y cualquier ocasión -tomó mi mano- Velia... Se que hace poco que nos conocemos pero... Estoy sumamente interesado en tenerte junto a mí, tú sonrisa me llena de una alegría abrasadora que no puedo explicar y... Tú belleza -se acercó a mi oido para susurrar algo- me tiene sumamente prendado, cariño.
Correr, quería correr. Maldición aquel era un bombom sensual y encantador, peefecto. Pero mi mala experiencia en las relaciones me decían ¡No lo es!
-Jean... Yo... ¿Por qué siempre me dejas sin palabras? -me separé de él y lo miré con el ceño fruncido- No soy tan, tan cómo lo dices...
Jean me miró con compasión.
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Entre príncipes y princesas
General FictionArkania había existido siempre para Velia como un cuento que papá le inventaba cada noche durante sus primeros 5 años de infancia para dormir, según su abuela materna. Ahora Velia tendrá que afrontar la realidad, su padre no es un doctor que ayuda a...