Capítulo 2

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Al llegar al café pregunte por el baño y la chica que atendía me indico al final del local un corredor largo con una puerta

-Tras esa puerta encontrarás un pasillito, la puerta izquierda. ¿Quieres un vaso de agua o un caramelo?- preguntó preocupada, seguramente yo tenía un aspecto terrible. Le respondí con una sonrisa y un "no, gracias".

Llegué a donde la chica me había marcado y entré. Me miraba al espejo y juro que no paraba de llorar. Me dolía la cabeza y mi corazón palpitaba fuerte. Sentí arder aquella marca que tanto odiaba, aquella marca que me hacía remontar a los recuerdos, al pasado, a la ironía y la falsedad que nunca superaría, la mentira que me atormentaba y fastidiaba. Lágrimas caían por mis mejillas como la lluvia de la noche anterior. No eran caricias como una vez mi madre había descripto, sino, más bien eran las secuelas de una vieja daga que aún yacía en mi interior clavada y sangraba.

-¡Te odio!- grité en mi interior al recuerdo y a mi horrible reflejo. Tiré un puñetazo a la columna de yeso que se encontraba a mi lado. Oí pasos en el corredor de afuera.

-¡¿_____?!-se oyó una voz decir a lo lejos.- ¿____(t. apodo)? Sé que estás allí.- dijo

Salí, habiéndome limpiado las lágrimas. Sabía quién se encontraba fuera pero, a pesar de saber que no tengo por qué esconderle mis lágrimas, aún así las había secado. Salí sonriendo y me lo crucé.

-A mi no me escondés tus lágrimas- dijo, indicando mis ojos.- Los tienes rojos, y te vi salir corriendo del micro. ¿Qué ocurrió?- dijo mi mejor amigo y no pude evitar recordar a Andy con su sonrisa maliciosa al no soltarme y la mentira que había hecho que yo quisiera cortarme. Mis lágrimas cayeron nuevamente.

-Ya, tranquila -dijo- ¿qué pasó?- no pude ni mirarlo, solo levanté mi muñeca lesionada hasta la altura de sus ojos y luego la dejé caer, como si estuviera fabricada de plomo.- ¿Quién más la vio?... Fue Andy, ¿verdad?- preguntó y yo asentí- por eso saliste así del micro -dijo, entendiendo- No te lastimó ¿o no?- dio una pausa esperando a que yo hable pero no lo hice, no era que me había lastimado físicamente sino que me dolió que el me retuviera.- Lo voy a matar, seguro dijo algo- sonó amenazante y salió dispuesto a matar a Andy.

-Gastón espera, no hizo nada- dije. Gastón era el que sabía todo de mi, él sabía el porqué de que hubiera querido autolesionarme, lo sabía ya que él había sido quien me paró en aquel momento.

"Ya no podía más, ¿porqué me hizo esto? ¿Porqué me hirió de esta manera? No tiene ningún derecho... Todos estos años, todo este tiempo fueron mentiras tras mentiras. Me utilizó, me dañó, no le importó todos estos años de amistad. Lo odio, lo odio como nunca creí odiar a alguien. Cuando dijo que toda la amistad que tuvimos en estos últimos tres años solo eran una mentira que debía sostener por una apuesta salí corriendo. Antes de decirme todo eso me dio una tremenda paliza: me tiró al suelo con ayuda de sus amigos(quienes yo no sabía que eran sus amigos y siempre me habían dado golpes y palizas en la escuela) y comenzaron a patearme. Mi cuerpo era un junta de moratones, cortadas y sangre por todos lados; me habían quitado el aire y, junto a el, las ganas de vivir. Luego de divertirse viéndome sufrir, se fueron; yo esperé a que no quedara ninguno cerca para levantarme, me dirigí a las gradas de la cancha de atletismo y me metí debajo de ellas. Allí nadie me encontraría, allí estaría en paz.

Las lágrimas salían, rebeldes a mi pedido de quedarse dentro de mí. Quería matar aquél dolor que sentía, ahogarlo, enterrarlo, por lo que pensé y pensé qué hacer. Recordé la navaja que llevaba en le pequeño bolsillo de mi mochila por defensa o (una idea más masoquista que he tenido siempre) matar mi dolor, como en aquel momento. La busqué y busqué hasta que apareció en el fondo de mi bolsillo. La tomé entre mis manos, temblorosa por lo que estaba por hacer, pero esta vez no quería que me pararan, no lo harían, sola estaba, no tenía a nadie. Siempre había estado sola, siempre me sentí sola y ahora era cuando lo confirmaba, cuando más los necesitaba ¿dónde estaban todos? Felices, sin mi molestia.

Atrapada en el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora