Capítulo 19.

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¿Cáncer? ¿De verdad tenía cáncer? ¿Todo gracias a los estúpidos cigarrillos a los que es adicto? No podía creerlo... En realidad sí ¡Se lo advertí miles de veces! ¡Todos lo hicimos! ¿Por qué tenía que ser tan testarudo?

Cáncer. Cáncer. Cáncer. Cáncer. Cáncer. Cáncer. Cáncer. Cáncer.

Una cosa hubiese sido que justo ahora le diagnosticaran el maldito cáncer. Pero no era así. Lo tenía desde hace un tiempo y no me lo había dicho. Eso era lo peor. ¿Cómo no me di cuenta que se medicaba?

—Pero... he vivido con él durante un tiempo y no lo he visto tomar medicinas nunca.

—Andrew creía que no las necesitaba, empezó a sentirse mejor desde que llegaste a su vida. Además no quería que lo vieras... no quería que vieras como tomaba esas medicinas para agonizar por más tiempo como decía él. —esta vez fue su madre quién habló.

¿Por mi culpa el estaba muriendo? Sí. Sí yo no hubiese a llegar con él, jamás habría sentido que estaba mejor, aunque yo creo que no lo hacía más que nada por vergüenza. Aunque igual el motivo, él no estaba tomando sus medicamentos, estaba muriendo.

Es irónico conocer a tu héroe en el cementerio, estando con todo el interior destrozado por perder a alguien, pero que tu gran salvador esté agonizando, para morir.

—¿Hay alguna... —me detuve al ver que el doctor negaba lentamente con la cabeza.

Miré un poco al señor que tenía frente a mí, bata blanca, cabello blanco por las canas que le han dado los años, anteojos y una calva que ya llevaba tiempo formada.

Pensé en él, quizás cuántas malas noticias debía dar al día. Y llegué a una conclusión; O era un sádico de mierda. O era un hombre con mucha valentía para resistir el dolor de las palabras que debía pronunciar y el dolor que debía ver en los ojos de la gente a la que le decía que estaban muriendo. Todos los llantos y pataletas. Todo.

Pasé mi mirada por los padres de Andy. Su madre tenía los ojos cristalizados y había estado llorando un rato antes. Y su padre tenía la mirada hacia el suelo, no lloraba, pero se notaba que de todas formas estaba destrozado.

Miré a los chicos, Jinxx estaba con una mirada seria mirando hacia la nada. C.C no tenía su linda y clásica sonrisa. Jake había cerrado los ojos y respirado pesadamente. Ashley se levantó y empezó a caminar por todos lados.

Yo no sabía qué hacer. Hay algunos momentos en los que no sabes si llorar o reír. Yo no sabía si debía llorar o morirme en ese mismo instante.

—Pueden pasar a verlo, de a dos o tres personas.

Los padres de Andy entraron primero. CC, Jake y Ashley entrarían juntos. Y yo con Jinxx.

Una vez que divisé a Amy volver incluso peor de lo que había entrado, supe que era mi turno.

El pasillo; era malditamente largo y, por su puesto, tenía aquel estúpido olor que todos los recintos hospitalarios tienen. Olor que en lo personal se me hace desagradable, no porque no me guste el olor en sí, sino porque ese aroma te recuerda a que estás en un hospital, y si estás ahí, nada bueno ha pasado.

Jinxx estaba callado al lado mío. Si es callado en ocasiones. En esos momentos lo estaba más que nunca. No podía culparlo.

Había olvidado preguntar el número de la habitación. Esperaba que Jinxx lo hiciera. Aunque de todas formas suponía que debía estar al fondo a la izquierda. Todo está al fondo a la izquierda.

No hizo falta siquiera preguntarle a Jinxx si sabía el número de la habitación. Desde lejos pude divisar el inconfundible sonido de las guitarras de Kiss y a una hermosa voz tarareando el sonido del solo de la canción. Sonreí sin poder evitarlo, y pude divisar una pequeña sonrisa en mi compañero. Andy no cambiaba.

Al entrar en la habitación pude verlo con los ojos cerrados cabeceando al ritmo de las baterías. Cuánto amaba a este hombre.

Cuando Jinxx carraspeó la voz Andy levantó la vista y sonrió. Sonreí instantáneamente. Pero luego dejé de sonreír al recordar porqué estábamos ahí. Y él al verme dejó de sonreír también.

—Andy... —emepecé.

—¿Cómo estás amigo? Con la banda hemos estado preocupados. —Jinxx sonrió. —Te esperaré afuera linda, ¿sí? —dijo mirándome y asentí.

Noté ligeramente que Jinxx sabría lo incómodo que esto se pondría y por eso decidió irse rápido y solo saludar.

—Estoy bien, gracias Jinxx. —dijo y luego el susodicho desapareció cautelosamente por la puerta.

Miré por donde Jinxx había desaparecido un par de segundos para luego llevar mi mirada directamente a Andy. Y dejé mi mirada clavada en él por unos segundos. Él bajó su mirada, sabía lo que venía.

—Andy... ¿Tienes algo que decirme?

—¿Te quiero? -lo miré amenazadoramente. —linda, ¿qué puedo decirte que no te hayan dicho ya?

—No lo sé, Andrew. Quizás porqué nunca me dijiste nada. ¡Dios! ¡Casi muero al saber que tenías cáncer! Dejaste de tomar las pastillas por mi culpa... —me interrumpió.

—No fue por tu culpa. Ni te atrevas a echarte algo de culpa en esto. —dijo penetrándome con su azulina mirada.

—¿Entonces por qué fue? Me dijeron que desde que me conociste dejaste de tomarlas. Dios, ¿Fue por vergüenza? Porque sabes que nunca me burlaría de ti, menos por algo como eso.

—Tampoco fue por eso...

—¡ENTONCES DAME UNA MALDITA RAZÓN! No estoy entendiendo nada ¡Quiero entender porqué lo hiciste Andrew! Estás muriendo.

—No me digas Andrew... Me hace notar lo enojada que estás... —dijo por primera vez dejando de mirarme a los ojos para bajar la mirada.

—¿Esperabas que estuviera feliz? ¿Extasiada? Pues no. Claro que estoy enojada.

—¿Te digo por qué fue? Fue.. —lo interrumpí.

—¡Obvio que quiero que me digas! —me ignoró y siguió hablando.

—Fue porque desde que te conocí me sentí mejor. Tu hiciste de mi vida algo mejor. Todos los lugares o todas las acciones que me hacían feliz se extinguieron y eras sólo tú el centro de mi felicidad. Y lo sigues siendo. Nunca me había sentido tan vivo.

—No digas eso. ¡No puedes decir eso!

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