Comienzo.

70 1 0
                                    

Respira, respira... Uno, dos... No, esto no está funcionando.

-Mierda. -dije sentándome en mi cama como por milésima vez, otra vez, las lágrimas estaban inundando mis ojos. Debí haber visto que esto se veía venir, siempre es así, uno o dos meses bien con él y luego...BUM! todo a la mierda.

"Está es mi casa aquí no hay nada tuyo." esas fueron sus palabras exactas y yo como hija de su sangre le respondí que por derecho yo debo tener un hogar y él como mi padre debe dármelo, y el como siempre, cada vez que tengo la razón, me hace callar y me manda al carajo. Viejo de mierda. No, no está bien llamarlo así, aunque después de toda la mierda que ha hecho se lo merece, pero yo no soy como él, no valgo tan poco; Él no se merece mi odio, la verdad no se merece nada de mi. Mierda, mierda, mierda la única oportunidad que tenía de alejarme de él y de esta casa él la pintó de negro ¿Y ahora qué hago?.

Me recosté sobre mi supuesta "cama", pero no era mía, la verdad nada de aquí es mío, lo único que creí que era mío en esta endemoniada casa me la arrebatan. Que los jodan.
—Ogh, necesito aire.

Me levanté de mi cama, tomé mi celular mis audífonos y bajé, sabía lo que me esperaba abajo, pero ya no me importaba tanto como antes. Solo son unas cuántas caras enfadadas llenas de decepción, pero no me importa, antes lo hacía y exactamente por eso terminé en un agujero del que aún estoy tratando de salir, y que odio recordar, así que dejaremos ese recuerdo escondido en lo más profundo de mi ser de dónde nunca debió haber salido, salí al jardín trasero para poder tomar mi bicicleta; Creí que mi salida había sido perfecta hasta que escuché la voz de mi madre a mi lado.

—¿A dónde vas? -traté de buscar un grado de enfado en su voz, pero no encontré nada. Así que miré mi bicicleta tratando de darle una señal de que no quería hablar, pero su mirada estaba pidiendo más, una respuesta de verdad y no torpes miraditas.

—Voy a dar una vuelta. - no dije nada más y me marché hasta esta maldita ciudad la odiaba, ojalá hubiera vivido más lejos de la capital así mi tacaño padre habría hecho un esfuerzo más grande y habría pensado en pagar una casa. "Otro lugar que no será mío del todo."  Detuve mi bicicleta y vi un chico que caminaba en mi dirección con la vista un tanto perdida, pero al parecer verme le alegró porque abrió sus ojos y vi esperanza en sus ojos. "Oh, no, no, no"

—Hey! -dijo cuándo estaba delante de mi, suspiré y le sonreí tratando de no demostrar que no estaba de ánimo para entablar una conversación o para ayudarlo a encontrar una calle o un lugar- ¿Sabes en dónde hay algún almacén cerca de aquí? Lo que pasa es que mi tía en dijo que había uno cerca de aquí y que era fácil de ver, pero... -sonrió y pude ver como se formaban unos pequeños hoyuelos en sus mejillas- como puedes ver, me perdí. -se encogió de hombros y me observó esperando una respuesta.


—Sí, hay uno aquí -apunté hacía el fondo de la calle- pero de todas maneras tiene banderas, así que no tendrás problemas para encontrarlo. - le sonreí con el deseo de poner fin a esta conversación y volver a casa, aunque no quiero volver aún, tal vez de una vuelta o dos o mil. Sonreí con ganas ante mi comentario sin darme cuenta de que él aún no se había marchado.

-¿Qué?-pregunta sonriéndome y antes de que pudiera preguntar más negué con la cabeza, poniendo mis pies en los pedales con ganas de salir corriendo- Bueno, muchas gracias. -dijo cuando comenzó a caminar y yo a andar.

AbrázameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora