CAPÍTULO SEIS

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El fin de semana para Wyatt nuevamente había comenzado el viernes por la mañana. Ya había llenado los estantes para que Punto Ciego sirviera los mejores cocteles de la zona. Limpió las mesas y acomodó las sillas. Limpió el piso y el escenario. Le gustaba hacerlo, por eso no había contratado personal de limpieza. Anne había llegado sin hacer ruido.

―No me hablaste en toda la semana ¿pasó algo? –dijo Anne, al mismo tiempo que ponía su maleta sobre una de las mesas. Parecía molesta.

―No es necesario que te llame ¿o sí? Además, no tenemos nada interesante de qué hablar –Wyatt continuó limpiando sin dirigirle la mirada.

Anne no dijo nada. No sabía qué decir. Juntó sus cejas, tomó con enfado su maleta y se dirigió hacia su camerino. El sonido de sus tacones parecía molestarle a Wyatt.

― ¿Estás bien? –Preguntó Anne antes de desaparecer, inspeccionando de pies a cabeza a Wyatt.

―Estoy bien. Sólo hay algo que quiero poner en claro –Wyatt se dirigió hasta donde estaba Anne-. Lo que pasó entre nosotros antes fue porque los dos así lo quisimos, nadie te obligó y nadie me obligó. Ambos somos adultos y sabemos que eso que había sólo era... sexo. Yo ya no quiero tener nada de eso contigo, así que pondré todo en orden antes de que me cuestiones. Soy tú jefe y tú mi empleada y si quieres podemos ser... amigos, no más que eso.

Anne sintió que la quijada se le trababa. Giró antes de que él viera que estaba a punto de llorar y se dirigió casi corriendo hacia su camerino. Estaba furiosa. No entendía qué había sucedido para que Wyatt le hubiera hablado de esa manera.


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La puerta del departamento de Kimberly sonó un par de veces. Ella dejó de planchar su cabello y fue a ver quién era. Miró su reloj. Aún era muy temprano para que Gorka y Barbara llegaran por ella.

― ¡Madre mía! –Julius dijo cuando Kimberly le abrió la puerta. La miraba de pies a cabeza cuidando no dejar un charco de baba sobre el suelo.

―Te equivocaste de departamento. No soy tu mamá –Kim abrió más la puerta para que Julius pasara-. Quedamos a las seis, ¿no?

―Yo no fui invitado –Julius disimuló su incomodidad-, pero quería verte –pasó saliva tratando de no ver el trasero bien formado de Kim, pero se veía tan apetecible en ese vestido blanco. Por un momento se imaginó que, tal vez, ella no llevaba ropa interior-. Gorka me dijo sobre tu cambio radical y... Ya veo que te ves estupendamente bien –movió rápidamente de un lado a otro su cabeza, borrando las imágenes pornográficas que se estaba imaginando.

― ¿Y cómo me veo? –Kimberly sonrió y comenzó a modelar para Julius mientras entraban al baño.

―Sexy. Me encantaba como lucías antes, pero ahora, con esta nueva tú ¡Dios! Pareces una diosa. Sabes que siempre... -trató de no continuar, pero las palabras salieron de él por si solas-, sabes que siempre he estado profundamente enamorado de ti. Incluso para mi tú eres perfecta sin maquillaje y con pijama... -Julius mataría por despertar todos los días al lado de Kim, su cuerpo empezó a fantasear y su masculinidad empezó a cobrar vida, sabía que debía dejar de pensar en Kimberly desnuda en su cama.

―Gra-gracias –Kim comenzó a sentirse nerviosa mientras seguía planchando su cabello.

― ¿Por qué yo no te gusto? –Julius enseguida bajó la mirada.

Kim casi tiraba su plancha al escuchar esa pregunta. No la vio venir. Respiró profundo y miró por el espejo a Julius. Le regaló una tierna sonrisa. Ella tampoco se explicaba por qué no le atraía Julius, si era guapo. Le encantaban sus ojos verdes aceituna y la trataba como una diosa. Ella lo veía más como el hermano que siempre quiso tener, no como hombre.

―Julius... ya habíamos hablado de esto antes y pensé que lo habías entendido.

―Si, perdón. Te espero en la sala –Julius salió del baño y se dirigió a la sala, antes de que Kimberly se diera cuenta que sus ojos estaban llenándose de agua.

Alguien estaba llamando nuevamente a la puerta. Esta vez Julius dijo que él atendería, así que Kim continuó arreglándose en el baño.

― ¡Órale! –Gorka se expresó sorprendido cuando Julius abrió la puerta- ¿Al fin tú y ella...? –se burló.

Julius lo barrió con la mirada mientras abría más la puerta para que entrara Gorka. Vio que Barbara también estaba.

―Estamos aquí porque... –Gorka le dio un codazo impidiendo que Barbara continuara.

―Ya sé a qué vienen. Ustedes están aquí porque irán algún lugar al que no me invitaron.

―Sabes que siempre estás invitado, tonto –Gorka sonrió nervioso, tratando de no sonar improvisado.

La realidad era que Gorka no quería que Julius arruinara las posibles conquistas que Kimberly podría tener. Él sabía lo incómodo que Julius se ponía cuando algún chico la llegaba a cortejar y quería evitarle algo así.

―Pásenla bien sin mí, no quiero arruinar sus planes –Julius respondió como si hubiera leído los pensamientos de Gorka-. Díganle a Kim que luego paso a verla. Está en el baño.

― ¿Estás bien? ¿Quieres que te lleve a tu departamento? –Barbara rápidamente sintió que algo no iba bien con Julius y quería protegerlo.

―Estoy bien, traje carro. Adiós –cerró la puerta de golpe.

Gorka y Barbara se miraron un tanto confundidos. Le restaron importancia cuando recordaron a qué habían ido. Corrieron al baño y se llevaron una gran sorpresa cuando vieron a su amiga.

―Deberían confiar un poco más en mi –Kimberly estaba poniéndose brillo labial-. ¿Dónde está Julius?

―Se fue –Barbara respondió seria.

―Nosotros confiamos en ti –Gorka empezó-, sólo creíamos que necesitarías un poco de ayuda... Pero veo que no la necesitas. Estás estupenda.

― Y ¿a dónde iremos? ¿Por qué no irá Julius?

Barbara rápidamente trató de esconder la bolsa de papel que tenía en las manos. De la bolsa salían plumas de colores. Kimberly rápidamente supo que eran antifaces y los fulminó con la mirada.

― Es una broma ¿verdad?

―Nada es broma cuando se trata de recuperar a tu musa –Gorka inició-. Es muy importante que no pierdas tu empleo. Tienes todo lo necesario para sentirte sexy. Estás sexy, sólo hace falta que el chico rubio te lo recuerde –sonrió ampliamente-. Estoy seguro de que con su ayuda se te ocurrirá un logotipo erótico para la casa de los placeres. Además, estoy seguro de que será una noche inolvidable en Punto Ciego.

Una emoción inexplicable recorrió el cuerpo de Kim cuando Gorka nombro al chico rubio que le había bailado hace una semana. Él la había hecho perder por unos escasos minutos el pudor y se había sentido sexy, pero definitivamente debía hacer sufrir un poco a sus amigos.

―Definitivamente no iré –Kim dijo seria, al mismo tiempo que se cruzó de brazos.

―Irás, aunque tenga que llevarte de los pelos –Gorka dijo serio-. Repito, de los pelos. Aunque me den asco.

LA CASA DE LOS PLACERES [PRIMERA PARTE] *PRÓXIMAMENTE EN FÍSICO*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora