CAPÍTULO SIETE

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Las puertas de Punto Ciego ya estaban abiertas al público. No había tanta gente como la semana pasada. Tal vez era porque no había ninguna banda famosa tocando en vivo. Wyatt era el encargado también de las relaciones públicas, pero esa semana había sido poco convencional para él. Se la había pasado pensando en una chica que, tal vez, nunca volvería a ver. Caminó por el club con los ojos muy abiertos, buscando a la chica que le había hecho sentirse extraño, pero no la encontró. Se dirigió a los camerinos donde se encontraban los chicos arreglándose para el espectáculo.

―Parece que esta vez nadie festejará su cumpleaños ¿verdad? –Evan preguntó al ver que Wyatt estaba vestido con un traje negro, nada apropiado para la ocasión.

―En realidad sí, una chica lo festejará esta noche –Wyatt dijo serio-, ¿por qué?

―Es fea, supongo –Completó Evan-. Es que tú siempre actúas con nosotros cuando la chica es atractiva.

―Ah –Wyatt entendió el punto de Evan-. La chica no es fea. Es rubia y muy, muy guapa. Estoy seguro de que ustedes le harán pasar un cumpleaños inolvidable –trató de no sonar robotizado.

―Esto sí que es muy raro –Sam juntó sus cejas extrañado de que su jefe no quisiera a la chica para él solo-. ¿Por qué no bailarás? –acomodó los tirantes de su traje de bombero.

―Lo que pasa es que tengo que hacer otras cosas –sonrió ampliamente tratando de disimular su nerviosismo-. Ya no me hagan más preguntas y mejor apúrense a arreglar, que allá fuera las chicas están esperando que apaguen el fuego de sus cuerpos.

Wyatt miró a Matt levantar la mano con timidez.

― ¿Qué sucede, Matt? –dijo en un tono de "¿no entendiste que no más preguntas?".

― ¿Esta vez no habrá paletas? –Matt fingió una voz inocente.

―No. –Wyatt ahogó una pequeña risa.

―Pero habrá una manguera esperando a que quieras usarla –Alexander respondió con cara de pervertido, pasando la lengua muy despacio por sus labios.


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La música grabada estaba sonando a todo volumen en el club. Ya casi tocaba el turno de Kim, Gorka y Barbara para entraran a Punto Ciego. Kim estaba emocionada, aunque, ella debía fingir que estaba enojada y aburrida porque la trajeron "contra su voluntad".

― ¡Siguiente! –dijo el fortachón que cuidaba la puerta del club.

Kimberly pasó por todas las medidas de seguridad que tenía el club. En ese momento, Wyatt salía a toda velocidad, sin darse cuenta de que la mujer rubia que lo había cautivado la semana pasada estaba a escasos centímetros de él. Wyatt se detuvo en seco al reconocer un aroma en el aire. Rápidamente giró a su alrededor para ver si se trataba de la persona que él quería que fuera, pero no pudo reconocer a nadie, así que, siguió su camino hasta donde estaba su auto. Antes de encender el motor, una sonrisa tonta se dibujó en el rostro al recordar las palabras de su hermano le había dicho el otro día: "Sabes que estás enamorado cuando empiezas hacer cosas estúpidas".

―Como por ejemplo ir a buscarte en los miles de centros nocturnos que existen en Beverly Hills –emprendió su camino.

Música sensual comenzó a sonar. Gorka y Barbara gritaron mezclando sus gritos con el de las demás personas que estaban en el club. Kim también gritaba, en su imaginación, obviamente, y vaya que gritaba muy fuerte.

Cuatro chicos vestidos de bomberos salieron al escenario y los gritos se hicieron aún más fuertes. Kimberly y los demás se habían sentado en la misma mesa de la semana pasada, para que el chico rubio pudiera reconocer a Kim al instante. Ella lo buscaba con la mirada, pero no lo encontraba. "La semana pasada eran cinco", pensaba. Tal parecía que esta semana el chico rubio había decidido no salir.

―Parece que no vino el que te cautivó –Gorka le dijo a Kim al ver su reacción de decepción.

―No seas tonto y no me hables que aún estoy enojada contigo por traerme contra mi voluntad–Kim fingió estar enojada, más bien, estaba decepcionada y triste.

―Tal vez soy tonto, pero estoy seguro de que viniste solamente para verlo de nuevo –Gorka no dijo nada y continuó gritando y viendo a los chicos quitarse el chaleco y después la camisa.

Matt desabrochaba su pantalón y miró a Gorka con el mismo antifaz multicolor de la semana pasada. Le sonrió y siguió bailando. Gorka también le devolvió la sonrisa. Sabía que tendría, nuevamente, un fin de semana agotador y la idea no parecía molestarle en absoluto. "La amistad está primero", la voz de su conciencia le hizo volver a la tierra.

―Si quieres podemos irnos –Gorka no podía creer que le estuviera diciendo eso a Kim.

―Pero si apenas llegamos... -Barbara saltó-. Además... ahí está el chico sexy con el que me fui la semana pasada –miraba con lujuria a Sam.

―Si quieres puedes quedarte –Gorka respondió despreocupado, al mismo tiempo que tomaba la mano de Kim- pero, nosotros nos vamos.

Kimberly tomó su bolso y siguió los pasos de su amigo Gorka. De repente chocó con una rubia. Era Anne y parecía que la estaba retando con la mirada. Kim sintió un escalofrío recorrerle todo el cuerpo. Anne después de escanearla de pies a cabeza la reconoció. "Es la perra de la semana pasada". Sus ojos ardían de furia.

―Lo siento –se disculpó nerviosa y alcanzó a Gorka.

― ¡Perra! –Anne dijo entre dientes cuando Kimberly ya no la estaba escuchando, empuñó con fuerza sus manos.

Kimberly sentía que le iban a estallar los oídos. Miraba con atención a Gorka mientras éste buscaba las llaves de su auto.

― ¿A dónde vamos? –Kimberly estuvo a punto de quitarse el antifaz, pero se detuvo de golpe. Era mejor quitárselo cuando estuvieran lejos de Punto Ciego. No sabía si en ese lugar había gente que pudiera reconocerla.

―Iremos a quitarte de la cabeza a ese bailarín cobarde y rubio. -Gorka encontró sus llaves y sacó su teléfono celular.

Kim no entendía por qué seguía insistiendo con el bailarín. "¿Acaso soy tan obvia?" se preguntaba mientras subía al auto. Ella sabía que por más intentos que hiciera Gorka por borrarle de la cabeza al bailarín, no lo conseguiría. Era raro, pero ella quería estar con el bailarín y no con alguien más. Aunque, ella misma sabía que eso era imposible. Kimberly trataba de escuchar la conversación que Gorka estaba teniendo al teléfono, pero el sonido de la música le impedía entender.

―La noche es joven y mis amigos heteros están dispuestos a hacerte sentir sexy. Bueno... no todos. Hay uno que seguro te dejará sorprendida. Es rubio y tiene los ojos de un tono verde gris pero no me contesta, en un rato vuelvo a insistir –Gorka sonrió y encendió el auto.

― ¿Cuántos amigos hetero tienes? –Kim tartamudeó.

―Muchos. Pero para compartir contigo tengo cinco. Hoy tendrás cuatro y, tal vez, uno más –emprendió su viaje-. Comeré tierra si ninguno te agrada –dijo serio sin despegar la mirada de la carretera.

― ¿Cuatro citas? ¿Por quién me tomas?

―Por Kimberly Rosenberg la mujer más bonita y eres estupendamente fabulosa. 

LA CASA DE LOS PLACERES [PRIMERA PARTE] *PRÓXIMAMENTE EN FÍSICO*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora