CAPÍTULO OCHO

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Evan, Matt, Sam y Alexander se habían quedado prácticamente desnudos, sólo tenían una tanga dorada cubriendo sus partes íntimas y tenían al descubierto sus tonificados y redondos traseros. Barbara no parecía estar sufriendo porque sus amigos la habían abandonado a su suerte, más bien, estaba disfrutando del espectáculo que esos Dioses del baile le estaban regalando a sus pupilas. Tenía clavados sus ojos en Sam. Estaba anhelando estar nuevamente con él, pero éste parecía no verla. Los cuatro chicos bajaron del escenario y Barbara le hacía señas con las manos para llamar su atención. Él sonrió y ella se estaba preparando para lo que estaba deseando, pero Sam se siguió de largo y comenzó a bailarle a una pelirroja de grandes tetas operadas de la mesa del fondo. La chica pelirroja comenzó a pasar sus largas uñas rojas por el abdomen de Sam y después éste se volteó y agitó provocativamente sus nalgas. La chica gritó y no pudo evitar tocarlo y apretarlo. Sam se giró y la chica miraba la reacción que ella había causado en él. Sam le extendió la mano y la pelirroja la tomó sin pensarlo para después desaparecer entre la gente. Barbara estaba confundida, pensando en la mala experiencia que estaba viviendo, Alguien la tomó de la mano y la sacó al instante de sus pensamientos. Barbara sonrió avergonzada, tratando de disimular su derrota al chico que estaba frente a ella.

―El que se enamora pierde –el chico dijo con una ligera sonrisa al mismo tiempo que bailaba.

Barbara rápidamente lo reconoció. Era el mismo bailarín que se había ido con Gorka la semana pasada.

―Yo pensé que... pensé que eras gay –Barbara dijo fuertemente sobre la música.

―Me gusta el placer... de cualquier tipo –Matt puso sus grandes manos sobre las caderas de Barbara y comenzó a acercarse provocativamente a ella.

Barbara sonrió perversamente. No iba a desaprovechar la oportunidad de pasar una noche de placer en compañía de un hombre tan guapo como lo era Matt.


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Pasaban de las 9:30 de la noche y Kimberly estaba sentada en un restaurante de comida italiana comiendo con su última cita de la noche. Gorka se mantenía a una distancia considerable para poder monitorearla y si era necesario entrometerse. Tenía una expresión de decepción en el rostro. El chico que estaba con Kim era muy guapo, alto y atlético. Tenía el cabello castaño oscuro y unos ojos color miel. Él había quedado fascinado con Kimberly desde el primer momento en que la vio. Platicaban de trabajo, de dónde habían estudiado, en qué universidad. Nada diferente a lo que había pasado con las primeras tres citas.

― Actualmente estoy trabajando en el diseño de un logotipo para... -el sólo mencionar el nombre de la compañía erótica la cohibía demasiado- ...la casa de los placeres.

El chico de los ojos miel le tomó la mano con una mirada perversa. Se acercó más hacia Kim y le ofreció ir a su departamento para pasar una noche divertida. El sonido de una mano femenina golpeado la mejilla de un idiota se escuchó fuerte y claro. Toda la gente que estaba en el restaurante volteó para ver qué había sucedido y Gorka se levantó como resorte de su lugar para ir a salvar al idiota de su amigo.

― ¡Eres un idiota! –Kimberly le gritó al tipo de los ojos color miel.

Gorka no entendía lo que estaba sucediendo. Trataba de tranquilizar a Kim.

―Olvídate de los favores –El chico de los ojos miel miró con furia Gorka y después se marchó del lugar- ¡Loca! –le gritó a Kimberly antes de irse.

― ¿Qué fue lo que sucedió? –Gorka le preguntó a Kimberly, una vez que ambos estaban sentados y más calmados.

―Que tus amigos son unos idiotas, en especial este último. ¿Podemos irnos ya? O si no juro que me desquitaré contigo –Kimberly nuevamente comenzaba a sentirse enojada.

Gorka no se atrevió a contradecir a su amiga, así que sacó un billete de 500. Era suficiente para cubrir los gastos de ambos y se dirigieron hasta donde estaba aparcado el auto. Gorka manejaba con la vista fija en la carretera. Ni él ni Kim se habían dirigido la palabra en un buen rato.

― ¿Recuerdas que uno de mis amigos estaba ilocalizable? –Gorka corrió el riesgo de ser asesinado por Kimberly.

―No más amigos. Fue suficiente por hoy y para toda la vida –Kim lo miró apretando los dientes.

―Qué bueno que no te cause curiosidad conocerlo. Lo localicé y se negó rotundamente. Dijo que estaba buscando al amor de su vida y no tenía tiempo de este tipo de payasadas.

―Piensa igual que yo. Esto era una tremenda estupidez y te lo dije. Seguro que tu amigo tiene la cabeza más centrada que tus otros estúpidos amigos. Ojalá que encuentre al amor de su vida... o lo que sea que estaba haciendo –Kim se recargó en la venta del copiloto.

― ¡Ja! ¿La cabeza más centrada? No creo que el dueño de Punto Ciego estuviera siendo sincero conmigo, seguro estaba... tú sabes ocupado con alguna chica haciendo cosas de adultos. Pero eso no importa. Él no está interesado en ti –dijo con la mirada en la carretera.

―Ni yo en él.


LA CASA DE LOS PLACERES [PRIMERA PARTE] *PRÓXIMAMENTE EN FÍSICO*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora