—¿Qué pasó? —Preguntó ya estando consiente. Había pasado diez minutos de despertar pero no había tenido el valor para preguntárselo a un doctor.
—Martina...—Almendra lo pensó unos segundo y luego dijo—. Tu bebé está en peligro. Creo que fueron las pastillas de tu madre—frunció el ceño angustiada.
—¿Y mí bebé? ¡Cómo está mi hijo!
—Creo que estará bien—respondió Almendra no muy segura—Tus están afuera
—¿Cuánto más me harán esperar? Creo que ya va a nacer— dijo frunciendo el ceño con un grave dolor
—Los médicos dicen que debes esperar..
—¡No, en este momento me llevo a mi hija! —Gritaba su madre entrando apresuradamente a la habitación donde ella se encontraba
La mujer se acercó a su hija, le tomó de las manos y besó su frente. Martina estaba extrañada, sabía que
algo grave le podría pasar, ella no quería perder a su bebé.
—Nos vamos a ir— susurró—. Tu padre y yo te llevaremos a otro hospital ¿Estarás más tranquila?
—Lo intentaré— respondió con miedo. Su madre le ayudo a levantarse de la camilla y luego de poco más de cinco minutos estaba en el auto de su padre rumbo a otro hospital.
Almendra ya no iba a su lado, le había salido un improvisto de la Universidad y se había ido. Su madre estaba a su lado mientras su padre manejaba rumbo al hospital. Ambos platicaban de la indignación que sentían por el médico que había atendido a Martina. Con esto hacían que ella se pusiera más nerviosa de lo normal.
—Ya madre, ya no puedo más— se quejaba mientras caminaba, las contracciones ya habían llegado —Mi hijo nacerá ahora
—¿Ahora?
—¡Ahora madre!—Gritó
Llegando rápidamente a la sala de emergencia unos enfermeros la cargaron y la subieron a una camilla. Ella tomaba la mano de su madre mientras esta caminaba junto a ella hasta el quirófano.
—Hasta aquí señora, al quirófano no puede pasar...
—¿Mi hijo no nacerá a parto normal? —Preguntaba al enfermero
—Es lo más posible señora...
Pronto llegó el médico. Ella aún se encontraba consiente, miraba a su alrededor a los enfermeros y al médico que llevaba en las manos el bisturí.
—Es demasiado tarde, el bebé ya está en camino—dijo el médico.
—Señora Martina ¿señora Martina? ¡Puede oírme! Su hijo nacerá a parto normal y necesito que ponga de su parte. Ella asintió
Los cosas se estaban complicando, luego de dos horas por fin nació su hijo. Pero en el instante su ritmo cardiaco dejó de funcionar.
—seis treinta de la tarde, el niño está muerto y el ritmo cardiaco de la paciente acaba de tener una difusión— aclaraba el médico***
Yo estudiaba en la preparatoria de Bradford a los dieciséis años. Mis eran muy trabajadores y hacían todo por darme una mejor educación. Nunca tuve hermanos o hermanas, siempre estuve sola en la familia. Los tíos que hasta ahora vivían en mi ciudad, no tenían hijos, y los únicos primos que tenía eran Rachel y Ricardo, pero ellos vivían en Australia y solía verlos cada cinco años.
En la preparatoria había un chico que me gustaba, su nombre era Matthew, era el chico más popular de la escuela y todas las chicas andaban detrás de él. Aunque el tenía novia, pero eso no hacía que no fuese tan guapo.
Era un sábado por la tarde, yo solía quedarme una o dos horas luego de la última clase para poder estudiar. En casa siempre estaba sola, así que no hacía nada que yo no llegara a casa a una hora precisa.
Aquel día llovió demasiado, estaba en la biblioteca de la escuela esperando a que la lluvia calmara, hasta que después de las dos de la tarde esta calmó. Cuando salí de la escuela me dirigí a la parada del autobús. Seguro pronto comenzaría a llover de nuevo y no soportaría un resfriado.
Cuando por fin me decidí cruzar la calle, un tipo al cual yo no conocía freno frente a mí, ¡Estuvo a punto de atropellarme! Su auto era un maserati rojo, pero el joven estaba de una forma tan distinta vestido, que no parecía ser ruyo.
Cuando lo miré sentí un cosquilleo en el estómago. Las pupilas de mis ojos se dilataron y estoy segura que miraba los colores de los autos que pasaban de una manera tan extraña. El joven se bajó rápidamente del auto y sin dudarlo se dejó llevar hasta mí.
—¿Estás bien? ¿Te hice daño? Disculpa, no vengo tan concentrado que digamos—frunció el ceño disculpándose
—Todo está bien, descuida— proseguí mi camino
—¡No, espera! ¿Cómo te llamas? —me pregunto luego de dar unos pasos hasta donde yo me había dado la vuelta
—Me llamo Martina— Dije sin ningún gesto. Luego de mirarle a los ojos caminé dejándolo allí parado. Luego de ese día todo cambió.
ESTÁS LEYENDO
La fuerza del destino "Jortini"
RomanceEsta es la historia de Martina Stoessel. Estudiante de medio año en la Universidad. Nunca había sido una chica reservada, pero desde hace un tiempo su actitud cambió. Algunos dicen que desde que su novio la dejó, otros dicen que son las drogas o que...