IX. Puta vida

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Todo cambia conforme el tiempo pasa, las relaciones, el físico, lo psicológico, lo mental, todo aquello con lo que estamos conformes un día, podría cambiar al día siguiente. El tiempo es lo único en el mundo que no puede parar. Está en constante cambio y el tiempo, se lleva a personas importantes. Lo más triste es ver cómo las personas que más amas se van tan rápidamente, que ni te das cuenta que el tiempo ha pasado. Esto me pasó a mí, en el año más desastroso, triste y deprimente de mi vida. Yo Milena y mi vida. 

Era el dos mil trece. Hacía un año había cambiado de instituto; lo cual, según mi madre, iba a serme de gran ayuda psicológica por todos los problemas que pasé antes con mis compañeros, maestros y todos quienes iban a ese horrible lugar. Y evidentemente mi madre tenía razón, como todas las madres la tienen. Yo era una total antisocial, perdedora y una chica con problemas de todo tipo. En el nuevo instituto, por alguna extraña razón me habían aceptado. Yo era aparentemente feliz desde aquel cambio tan radical. Pero esa es otra historia.

En el dos mil doce, mi abuelo estaba enfermo, por lo que debía ir al doctor, y se fue a vivir a la casa de mi tía, quien se encargaría de llevarlo a donde fuera para que se pusiera mejor. Una noche en la casa de mi tía, mi abuelo se levantó de su cama, porque tenía ganas de ir al baño, pero como estaba medio dormido, resbaló con un zapato, cayó y se quebró la cadera. Ahí empezarían todos los problemas. Estuvo más de un año en cama porque cada vez que le iban a operar para arréglale la cadera, se ponía nervioso, su corazón se aceleraba y no podían operarle. Para entonces la cadera ya había "sanado" de forma incorrecta y no se podía hacer más.

Los hospitales son caros, no teníamos los recursos para internarlo en un hospital privado, así que fue a lo público. Una de las veces que iba a ser operado, en el hospital público, le contagió una bacteria muy fuerte que hasta un año después se pudo erradicar. Los hospitales públicos son muy malos en este país, y el tiempo pasaba, y mi abuelo no mejoraba. Era triste verlo. Yo lo amaba y lo amo muchísimo. Pero simplemente el tiempo pasó.

Mes tras mes en cama, cada vez empeoraba, vivió en mi casa, atrás de mi cuarto y cada noche lo escuchaba quejándose de dolor. Tanto tiempo en cama había hecho que muchos de sus órganos comenzaran a deteriorarse. Tenía llagas en la espalda, tenía muchos dolores, le costaba respirar. Estaba muy mal. De hospital público en hospital público, con una falsa promesa que el tiempo se encargó de romper.

Era el quince de mayo del dos mil trece, me fui a dormir feliz por el día siguiente, un día aparentemente importante en la vida. Recuerdo perfectamente como esa noche soñé a mi abuelo, lo soñé tan feliz, en su cama, dormido y se despertó para estar conmigo. Fue un sueño realmente lindo. Pero había que despertar, me vestí y fui al colegio como siempre, ya era dieseis de mayo. En el colegio por primera vez me la pasé de lo mejor, tenía clase de natación en la tarde, así que almorcé y nadé hasta las cuatro y media. Mi mamá me fue a traer en taxi, porque mi papá estaba en el hospital con mi abuelo, así habían sido las últimas semanas.

Me subí al taxi y nos dirigíamos a casa. Unos cinco minutos después de salir del instituto, sonó el teléfono de mi mamá, era mi papá diciendo que mi abuelo había muerto. Era solo el tiempo quien diría que ese día iba a pasar lo esperado. Lloré todo el camino, obviamente hasta que llegamos a casa. Bajamos del taxi y el taxista era amigo de mi mamá me dijo algo, jamás olvidaré sus palabras: "En verdad quisiera desearle un feliz cumpleaños, pero la circunstancia no es buena."

Adiós felicidad en mis cumpleaños. Le di las gracias y entré a mi casa. Mi tía me había dado un pastel. Aún recuerdo esas fotos, tengo la cara llena de lágrimas con ese pastel. Fue una mierda.

Partimos a las ocho de la noche hacia el velorio. Lloré toda la noche, muchas personas se acercaban a mi diciéndome "feliz cumpleaños, espero que a pesar de esto, la hayas pasado muy bien" no. No. No. Era imposible, a pesar de que pasé un buen día, eso lo arruinó, recordar que lo había soñado, todos esos buenos momentos junto a él. ¿Por qué me odias vida? ¿Qué he hecho para merecer esto?

Desde entonces, mis cumpleaños ya no son lindos, el recuerdo del tiempo, el recuerdo de cada segundo. Ya no vamos a comer para celebrar, vamos a una misa a recordar. Desde entonces, la vida me ha pegado así de fuerte, cosas malas en todos lados, oscuridad, soledad y tristeza. Esta fue la primera piedra en mi camino de parte del tiempo, poco a poco veo como todos se van. Un constante asecho del demonio en cada paso que doy. 




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