Eros, Afrodita y alguien más

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—Pero mamá...

Afrodita le dio la espalda y se cruzó de brazos. Hace nada se había reunido con Piper, quien junto a Jason Grace le habían contado sobre la atrocidad que había hecho Eros.

—Puedo aceptar que te metas con quien quieras, pero NO con percabeth. ¿Cómo pudiste? Ellos son totalmente mi asunto, y si alguna vez quiero que peleen, yo misma seré quien lo provoque.

—Lo siento, mami.

—¡Nada que lo siento! Quiero que vayas allá y arregles ese problema o si no... —Los ojos de Afrodita centellaron con un rosa intenso y Eros tragó saliva— ya sabes lo que te espera.

—¡No! ¡Piedad, madre! ¡Todo menos eso!

—Entonces mueve tu desvergonzado trasero y arréglalo. Tienes hasta mañana.

Y Afrodita desapareció en una nube rosa.

Eros tragó saliva antes de desaparecer también. Estaba metido en un lío gordo, todo por culpa de Hera. Pero no estaba dispuesto a cargar con todo el castigo solo.

Reapareció frente a la reina de los dioses con una mueca en el rostro. Ella estaba trenzando su cabello con hilos de oros distraídamente mientras observaba con una sonrisa cruel desde TV Olimpo, como su más odiada pareja de semidioses se odiaban entre sí. Los últimos días habían sido espléndidos: recostada en el cómodo sofá, muriéndose de risa y placer.

—Muévete, Eros, que cubres mi visión.

Eros agarró en control remoto y apagó la TV.  Hera lo fulminó con la mirada.

—¡¿Cómo osas privarme de la parte más...?!

—Madre lo sabe. Y planea castigarme.

Hera bufó.

—¿Te refieres a Afrodita?

—Más te vale que me ayudes a arreglar esto o...

—A ver, a ver. No puedes amenazarme. Yo soy la reina del Olimpo.

Eros sonrió con crueldad.

—¿Ah sí? Pues recuerda, reina del Olimpo, que yo soy el dios del amor y podría intercambiar cuantas flechas guste entre Zeus y mortales hermosas sin ningún problema.

La boca de Hera se apretó.

—No te atreverías.

Pero Eros sí lo haría y Hera lo sabía. La diosa refunfuñó como niña pequeña.

—No puedo creer que lo vaya a hacer...

—Tú lo causaste.

—Con tu ayuda.

Eros se encogió de hombros.

—Los líos de amor son mi mayor tentación. Ya sea con mortales o dioses.

—Ya entendí —Hera echaba humo por las orejas, literalmente— ¿Y qué se supone que haremos? ¡Ellos tienen una flecha de odio!

Eros se acarició el mentón, pensativo.

—Ese tipo de flechas son como un reto de amor. Tienen la posibilidad de anularse, solo si los sujetos logran recordar por qué se amaban. —Alzó los hombros—. En las veces que las he usado nadie lo ha conseguido.

—¿Y tú crees que eso va a cambiar ahora? —Hera le señaló la pantalla con aspavientos— ¡¿Te parece que estén cerca de recordar por qué se aman?!

—Bueno, nosotros somos dioses y esa será nuestra tarea. Cuando recuerden por qué se aman la flecha volverá a ser visible y debe ser extraída. En realidad, aunque no lo parezca, lo que están haciendo está funcionando. Yo les daré el empujoncito que hace falta. Tú les quitarás las flechas.

As long as we are together?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora