Plan de Emergencia

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Piper y Jason estaban entre la espada y la pared. En dos días terminaría el campamento de verano y si Percy y Annabeth no arreglaban las cosas hasta entonces tomarían caminos separados para siempre. Ya se lo habían comunicado a Quirón: no planeaban volver.

Lo único que les quedaba era el Plan de Emergencia. Ellos nunca quisieron recurrir a él. Lo habían creado como un disparate al cual estaban seguros que no llegarían.

No debieron ser tan confiados.

Hablaron con Afrodita al respecto, esperando que ella pudiera ayudarlos a idear otra cosa.

—No hay tiempo para pensar más —sentenció la diosa—. ¿Cuál era su Plan de Emergencia?

Piper y Jason intercambiaron una mirada nerviosa, pero Afrodita sabía cómo intimidar y convencer al mismo tiempo.

—Forzarlos a cooperar —respondió el hijo de Júpiter. Con cada oración bajaba más la voz—. Romper las reglas del campamento. Y poner en peligro a todos.

—La idea era permitir que entraran los monstruos —intentó explicar Piper—. Percy y Annabeth, como los líderes naturales que son, se obligarían a trabajar en equipo para defender el campamento y a los campistas.

—Y así, viendo en peligro el uno al otro recordarán por qué se aman. ¡Es perfecto! —Los ojos de Afrodita centellaron mientras juntaba las palmas y su rostro se volvía más hermoso, si es que eso era posible—. Uhm... puedo ayudarlos a conseguir monstruos terroríficos... y a... —Lo que sea que dijera después, no se escuchó porque ya se había esfumado.

Piper miró a Jason, ambos evidentemente preocupados. No les quedaba de otra que confiar en la diosa del amor y colaborar. Y esperar no provocar un desastre con víctimas mortales. Con la suerte que habían tenido sus otros planes, la esperanza era una brisa que intentaba inútilmente pasar a través de la tormenta del miedo.

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Annabeth acababa de preparar maletas, y escribir una carta en la que postulaba a Malcom como su sucesor y nuevo jefe de cabaña, cuando escuchó la caracola.

Su instinto inmediato la llevó a abandonar su actividad actual, equiparse con la primera armadura que encontró y correr a la carga.

El campamento estaba siendo atacado por un grupo formidable de gigantes lestrigones y perros del infierno desde el este, por la Colina Mestiza.

Varios de los campistas ya estaban allí, enzarzados en peleas surtidas, ya sea en grupo o individuales. En la parte delantera, Nico di Angelo blandía su espada de hierro estigio para contener la mayor cantidad de perros del infierno posible, abriendo portales de sombras por donde los regresaba al inframundo. A su lado, su doctor y novio Will Solace, le advertía que tuviera cuidado.

Cerca de ellos, Piper y Jason estaban rodeados de gigantes, esquivando algunas de las bolas de fuego que lanzaban como en un juego de quemados o interceptándolas con sus espadas como si fueran pelotas de baseball.

—¡Allí! —Piper le señaló a Annabeth hacia la izquierda, donde había un campista a punto de ser devorado por un perro de dos cabezas.

Percy... estaba en el suelo, bajo las garras del mismo Ortro; el hermano bicéfalo de Cerbero. El único obstáculo entre sus dobles fauces y la cara de su presa era Contracorriente. Los lestrigones se estaban acercando. Al menos tres de ellos preparaban bolas de fuego para acabar con Percy.

As long as we are together?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora