Aunque no te pueda amar (yaoi/gay)

Capítulo 1

Cuando desperté sentí un terrible dolor de cabeza y la luz del lugar me cegó por completo, obligándome a cerrar los ojos rápidamente. Traté de levantarme como pude y noté que el lugar donde me encontraba nunca lo había visto con anterioridad. Todo era blanco y la luz era demasiada para un sólo pasillo. No había nadie pero podía escuchar voces que salían de las diferentes puertas que bordeaban el pasillo. Me sentí extraño en aquel sitio sin saber absolutamente nada sobre mí. Rebusqué en mi memoria con la esperanza de encontrar algo que me dijera el por qué estaba ahí pero no había nada, y por más intentos que hiciese sólo conseguía agravar el dolor de cabeza.

Revisé, en un intento desesperado por saber que estaba sucediendo, los bolsillos de mi pantalón y de mi camisa, tal vez hallaría algo que por lo menos me hiciera recordar pero lo único que encontré fue una pluma de color azul. "Posiblemente escriba novelas", bromeé conmigo mismo. Una pequeña bromita en momentos como estos podía tranquilizar a cualquiera, pero la verdad es que sólo consiguió tensarme más.

Además de la pluma, me di cuenta de que había un extraño objeto que rodeaba mi muñeca. Era de un color café opaco y tenía muchas formas que en mi ignorancia no supe como describir. De cualquier forma, imaginé que algo como eso no me ayudaría a responder mis dudas.

-¡Felicidades! Es un niño. -decía alguien muy animada detrás de alguna de las puertas. -Por ahora, lo vamos a dejar en observación pero muy pronto podrán conocerlo.

En ese momento, una chica vestida de blanco, tal vez la que había escuchado hablar, salió y atravesó el pasillo sin percatarse de mi presencia. ¿Acaso no podía verme? Volví a meter la pluma en mi pantalón y la seguí antes de preguntarle qué era ese lugar y por qué estaba allí pero me olvidé de formular mi pregunta cuando nos detuvimos frente a una habitación con paredes de cristal tras las que se encontraban muchas pequeñas cajitas. La chica se detuvo en la puerta y revisó una serie de papeles con símbolos que al parecer ella era capaz de interpretar a la perfección. Dejó los papeles de dónde los había tomado y entré detrás de ella. Ahí había más chicas vestidas de blanco que cargaban entre sus manos pequeñas versiones humanas. La palabra para describirlos llegó a mi mente unos segundos después. ¡Eran bebés!

-¡Se llaman bebés! -dije entusiasmado por haberlo recordado pero nadie pareció escucharme.

La chica se coló entre las muchas cajitas hasta detenerse especialmente frente a una de ellas. Se asomó con los ojos llenos de ¿curiosidad? ¿esa era la palabra correcta? Y balbuceó para llamar la atención del bebé que había dentro de la pequeña cajita.

-Hola, Charlie. -decía con con extraño tono de voz y haciendo expresiones que hasta a mi me hicieron reír. -¿Cómo está el bebé más lindo del universo?

¿Enserio ya los había visto a todos para confirmar que él era el más lindo o sólo estaba haciendo uso de una hipérbole?

Entonces bebé le correspondió con una sonrisa que me hizo sentir extraño. En ocasiones, me parecía que no existen palabras para describir ciertas cosas o momentos, y éste era uno de ellos, porque cuando pude ver al bebé me sentí extraño. No extraño del tipo malo, extraño como cuando es la primera vez que te sucede algo increíble. Era como si aquel bebé estuviera viéndome, viéndome de verdad, algo que hasta ahora nadie había sido capaz de hacer y que, por alguna razón yo no había experimentado. Sus redondos y diminutos ojos clavados en mí eran la sensación más increíble que nunca antes había sentido. Una sensación cálida de la que no quieres apartarte.

-Así que tu nombre es Charlie. -susurré tomando una de sus manitas como ví hacer a las otras chicas de blanco. -Que bonito nombre, tan bonito como tú.

Pero entonces, justo mientras parecía que el bebé estaba viéndome, pude recordarlo todo. La gran cantidad de recuerdos llegaron tan repentinamente que me desplomaron hasta el gélido suelo. Era demasiada información que procesar en tan sólo unos segundos.