Capítulo 13 Una laguna oscura llamada venganza

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CAPÍTULO 13 UNA LAGUNA OSCURA LLAMADA VENGANZA

Esta vez no me despertó la alarma del reloj; esta vez fueron los tenues rayos del sol que se filtraban a través de la persiana y se chocaban directamente en mi cara. Debajo de esa suave manta de pelo estaba tan desnuda como Edward me había dejado anoche... Dios... anoche... anoche fue increíble. La imagen de Edward con su cabeza entre mis piernas lamiendo, chupando y mordiendo... eso era algo que no olvidaría ni aunque viviera mil años. La forma suave en la que pasó esa cuchilla por mi piel más tierna...

Llevé una de mis manos a esa parte de mi anatomía.

No podía imaginar las cosas que Edward tenía en mente pero de lo que sí estaba segura era de que aún no había sacado su artillería pesada. Es como sí... como si me estuviera dando una especie de periodo de adaptación antes de venir con su plato fuerte...

Pasé los dedos por mi monte de Venus; sin duda alguna estaba redescubriendo mi sexualidad, bueno... más bien estaba descubriéndola. Esto era bueno, demasiado bueno... Bajé un poco más, acariciando las ahora suaves partes de mi sexo...

El teléfono me sobresaltó cuando bajé un poco más al sur. Saqué rápidamente la mano de debajo de la manta un poco avergonzada, estiré la mano y cogí el móvil.

— ¿Diga?

—Soy yo. Sam irá a buscarte... necesito que vengas... en una hora te quiero aquí.

Ya está. Después de esas crípticas palabras Edward me había colgado sin decirme siquiera adiós. Miré el reloj; las diez y diez. Me desperecé sobre la cama antes de levantarme para ir al baño. Abrí los grifos del agua caliente de esa gran ducha y dejé que se formara vaho. Mientras tanto me miré en el espejo, tal y como anoche me ordenó Edward. Quizás podría sonar un poco infantil, pero tras estas dos noches que había pasado con Edward me sentía diferente, más... mujer. No sé... seguía siendo yo, pero a la vez me veía diferente. Ahí, desnuda delante de ese enorme espejo podía ver las formas redondeadas de mis pechos y mis caderas. Quizás no era tan sosa y tan poca cosa, ¿no? A parte de la supuesta relación que unía a Edward con mi padre algo tenía que tener yo que le gusta a ese hombre... Él se había excitado por mí, anoche había besado mi sexo con desenfreno, me había follado duro, usando sus palabras.

Podía tener a cualquier otra, pero me tenía a mí.

No sabía exactamente los sentimientos que podía provocar en Edward Cullen; quizás pasión, odio, lujuria o simple sed de venganza. Podía parecer estúpida por decir esto, pero me daba exactamente igual. Me faltaba una parte importante de mi vida, pero ahora mismo me sentía viva... y eso que no había descubierto ni la décima parte de lo que Edward, la Bestia, tenía preparado para mí. Estaba totalmente dispuesta a aceptar lo que quisiera hacer con tal de volver a sentirlo de esa manera.

Loca estúpida.

Me metí en la ducha antes de que mi cabeza explotara antes de las diez y media. Tuve que desviar la mirada cuando vi el jacuzzi; inevitablemente recordé lo que Edward me había hecho ahí...

Cuando salí de la ducha rebusqué en el armario entre las obras de arte hechas ropa interior que Edward me había comprado. Me puse un conjunto azul oscuro que no dejaba mucho a la imaginación y que con la depilación al estilo Edward se lucía mucho más.

Por primera vez me puse medias de encaje.

La salvaje noche con Edward había dejado secuelas en mi pelo tipo cardado de los años ochenta y como no disponía de tiempo para hacer algo decente con él me lo recogí en una coleta alta. Cogí el bolso y el móvil y bajé corriendo las escaleras mientras me ponía la chaqueta.

Suavemente, me matas (+18) #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora