Capítulo 35 Desgarrándome la Vida Parte I

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CAPÍTULO 35 DESGARRÁNDOME LA VIDA PARTE I

Nunca imaginé que trabajar al lado de Edward sería así.

Su manera de trabajar se asemejaba en cierto modo a la forma en la que se entregaba al sexo; era devastador, demoledor, concienzudo y extremadamente perfeccionista. Todo eso eran cosas buenas, sexualmente hablando. No podía decir lo mismo de él en la oficina. Los siguientes dos días fueron los más largos y tediosos de mí vida. Si pensé que a Edward se le había pasado ligeramente la tensión con el tema de las empresas y las acciones me había equivocado por completo. Las siguientes cuarenta y ocho horas después de firmar mi contrato con su empresa fueron más que caóticos. Papeles en cantidades industriales, informes y llamadas por teléfono que eran cortadas de la manera más drástica, déspota y radical que mi Bestia podía ofrecer. Eso fue lo que viví.

Señoras y señores, este era Edward Cullen en vivo y en directo y con su esencia a flor de piel.

Decir que era un mandón consumado era quedarme corta. Ahora comprendía y valoraba muchísimo más el trabajo de Tanya; no sabía cuánto cobraba, pero lo que estaba claro era que a esa mujer deberían de incluirla un suplemento de peligrosidad en el trabajo.

Otro que se tenía el cielo ganado era James. No pertenecía a la empresa, pero tampoco se quedaba atrás.

Las llamadas a ese pobre hombre habían sido constantes y sin ningún resultado positivo para Edward; al parecer mi padre, o quien quiera que estuviera tras él y en sus negocios turbios, sabía guardarse muy bien las espaldas. ¿Qué demonios ocultas, Charlie Swan? ¿Cuánta mierda eres capaz de almacenar en tu corrompida mente? Esas preguntas sin respuesta se agolpaban en mi cabeza mientras miraba cómo semejante animal financiero trabajaba sobre su escritorio. En estos momentos su mirada era capaz de aniquilar y fulminar a quien osara cruzarse en su camino.

Por supuesto, me felicitaba a mí misma en silencio por no haberle dicho nada a Edward sobre el misterioso mensaje.

Añadirle a mi Edward otra preocupación más era inmolarme a mí misma. Sería tirar mi tranquilidad y la suya por la borda; bastantes preocupaciones tenía ya como para añadir una más. Quien quiera que fuera el emisario de esas palabras no había vuelto a enviar más amenazas. O avisos. Si lo pensaba fríamente no era nada nuevo que yo estuviera en el punto de mira. Toda mi vida, por una u otras razones, había estado marcada por el miedo.

Como pisar un jodido campo de minas e intentar no morir en el intento.

Primero, miedo a mi padre y a las posibles consecuencias si no le obedecía en todo lo que me ordenaba. Segundo, a Mike Newton, por razones más que obvias y explícitas. Y tercero... bien. Ahora mismo tenía miedo a muchas cosas. La lejanía de Matt y el hecho de poder perder a Edward encabezaban mi lista negra.

El tiempo pasaba horriblemente rápido.

Ya habían pasado más de tres meses. Tres meses. Casi cien días, una cuenta regresiva y odiosa que me hacía querer meterme en la cama, cerrar los ojos y esperar a que las manillas del reloj se pararan de una jodida vez. Lo malo de todo es que no podía hacer nada para remediar ese problema.

Un violento golpe en la mesa me trajo de vuelta al presente.

— ¡Joder! —miré a Edward. Había colgado el teléfono estrepitosamente por enésima vez para volver a marcar con una rapidez asombrosa. Uhm... Edward dedos rápidos....

— ¿Pasa algo? —me miró de soslayo mientras esperaba a que alguien le respondiera al otro lado de la línea.

—Me pasa de todo —gruñó. Oí el murmullo de alguien al otro lado de la línea —. Sí, soy Edward Cullen, necesito hablar con Jacob Black —abrí los ojos sorprendida y me incliné disimuladamente para ver si podía escuchar algo de la conversación. Esto tenía pinta de ser más que interesante —. Señora Smith, dígale con todo el respeto y la educación del mundo al señor Swan que me importa una mierda su opinión. Que le quede claro que el que manda aquí soy yo. No me interesa para nada hablar con él. Quiero hablar con el señor Black y quiero hacerlo ya —de imaginarme a la pobre señora Smith me estaba dando hasta lástima —. ¿Jacob? Necesito que vengas cuanto antes a mi oficina —ordenó mientras se paseaba impulsivamente por la oficina —. No, no podemos hablar por teléfono y menos estos temas —rodó los ojos —. Estoy hasta los cojones de decir que me importa una mierda lo que diga Charlie. Te puedes imaginar por donde me paso sus opiniones —gruñó —. Te enviaré mi jet privado para que estés aquí lo antes posible. Ya puedes ir preparándote porque tu vuelo llegará antes de lo que te imaginas. Y no dudes en llamarme personalmente si ocurre algún inconveniente —colgó el teléfono y suspiró.

Suavemente, me matas (+18) #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora