Capítulo 47 Viaje al Fin del Mundo

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CAPÍTULO 47 VIAJE AL FIN DEL MUNDO

Charlie Swan estrujó el periódico que tenía entre las manos y lo tiró desechándolo a un lado con desprecio en uno de los rincones de su lugar seguro.

La reseña del supuesto accidente de Isabella en el metro de Nueva York así como la noticia anunciada en la radio no le hizo ninguna gracia.

El anuncio de la explícita muerte de una joven treintañera en pleno centro, Heidi Vulturi, tampoco lo tenía de muy buen humor; de hecho, estaba más que enfadado. Furioso definía mejor su estado anímico. Esto se estaba convirtiendo en un despropósito, lo sabía... pero era incapaz de parar. ¿Es que no podía hacer nada en condiciones?

El teléfono personal, ese cuyo número sólo tenían un par de personas, resonó rompiendo esa tensa calma que se vivía en aquel lugar.

— ¿Qué demonios quieres? —espetó.

—Señor Swan, yo...

— ¿Me puedes decir qué cojones ha sido todo esto? —dijo alzando el tono de voz peligrosamente.

—Sólo hice lo que me mandó —se excusó.

— ¡Eres un completo incompetente! Te dije que quería algo discreto... ¡discreto, joder! Un accidente, un intento de robo... te dije que simularas algo en condiciones, ¡imbécil! —Alec apretó con fuerza el auricular del teléfono. En esos momentos la cabina desde la que estaba llamando se le hizo más que pequeña; se estaba inundando de rabia... ese hombre desagradecido...

—No tuve otra oportunidad, señor Swan —murmuró el hombre —. Isabella siempre va acompañada. Cuando la vi sola por la calle y vi que se metía en el metro no me lo pensé dos veces —suspiró —. Había mucha gente, pensé que no...

— ¿Pensaste? ¿Y lo de la Vulturi? Chico, deja de pensar porque ciertamente no es lo tuyo —Alec se miró en el reflejo del cristal de la cabina telefónica; tenía esa cara de enajenado que le embargaba cuando la mala hostia le consumía.

—Sabe que siempre he sido fiel a usted, señor Swan. Jamás haría algo que pudiera perjudicarlo —Charlie movió la comisura de sus labios intentando sonreír, aunque eso era completamente imposible para él. Alec, por su parte, recordó aquel momento en el que fue por aquella carga de explosivos para asaltar el Grand Hotel, su primer gran delito de la mano de Swan. Desde ese momento se había convertido en su mano derecha, pero ahora...

—Pues lo has hecho jodidamente mal, chico... ¿Dónde está ahora Isabella?

—Lejos... se ha ido con Cullen y con un par de sus matones de vacaciones —Charlie chascó la lengua —. ¿Quiere que haga algo? —lo pensó durante largo tiempo.

—No —dijo finalmente —. Déjalos, ahora ellos no me preocupan. Que disfruten de las putas vacaciones. Me preocupan los Vulturis.

—Nadie sabe dónde está usted ahora, señor Swan. No lo sabe ni la niñera.

—Porque esa cocinera delegada a niñera de ese mocoso no tiene por qué saber qué hago o qué dejo de hacer. Habla con Isabella casi todos los días, ¿acaso piensas que soy gilipollas? —Alec sintió su vena de la frente palpitar.

—Por supuesto que no, señor Swan —esperó pacientemente. Algo. Alguna frase, alguna orden...

—Mantente alerta. Aunque primero tendrían que encontrarme, creo que en algún lugar se está gestando una guerra... y no será algo bonito de vivir, te lo aseguro...

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Después de la intensa conversación que mantuvimos, Edward se limitó a abrazarme.

Suavemente, me matas (+18) #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora