CAPÍTULO 11

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Seguía en el suelo, mientras mi corazón se hundía más y más, sentía que mi mundo estaba ahogándome y yo estaba asfixiada sin poder respirar. Tomé un gran respiro y como pude con mis manos con cortes, fui a buscar una escobilla para limpiar el desorden de vidrios rotos.

Cuando terminé, lamí mis labios resecos y me dirigí al baño para lavar mi cara enrojecida y mis ojos hinchados e inyectados en sangre. Y sentí el golpe de la puerta abrirse desde abajo, fui caminando y encontré a Henry menos ebrio pero estaba rojo de la furia.

— ¿Henry? — dije con vacilación y él me miró y al segundo los músculos de su rostro se destensionaron y su mirada llena de preocupación y se acercó hacia mí a grandes zancadas, sus brazos se abrieron y no dudé me lancé a sus brazos a llorar mientras el besaba mi cabellera castaña. Y la acariciaba, sus manos grandes y fuertes tomaron mi rostro y limpiaron mis lágrimas con sus dedos pulgares. Pero no lo dudé y él me volvió a abrazar.

— Él no te merece princesa — susurró en mi cabello — Te mereces alguien mejor...

— Es fácil para ti decirlo Henry — sollocé en su pecho y sentí la mirada de preocupación — Lo amo — susurré maldiciéndome por ser tan estúpida en querer a una persona que ni siquiera me ama.

— Lo sé _______. Lo sé perfectamente — en su voz sentí la vacilación pero no le resté importancia y él me guió hasta el sillón. Abrió una de las plazas del sillón blanco de terciopelo y cuero, puso unas almohadas en los respaldos y me guió para que me acostara a su lado.

— Te quiero mucho Henry — dije mientras él me abrazaba y acariciaba mis cabellos mientras podía sentir los latidos tranquilos de su corazón. Tenía la cabeza en su pecho. Poco a poco el sueño me alcanzaba y mis ojos se cerraban rápidamente y oí decir unas palabras que me llenaron el corazón.

— Y yo a ti princesa mía... —


Remember Me (Kendall Schmidt)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora