Capítulo 5.

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Él:

El hecho de que tuviera un novio era algo que debía esperarme. Ella podría aparecer en portadas de revistas tranquilamente. Y de seguro que yo no era el único en su lista de admiradores.

Era obvio, hablábamos de Ángelus Vivanco.

Aunque de manera extraña no fue mencionada cuando mis amigos hablaron de las chicas nuevas. Lo cual sí que me hizo felíz, porque los comentarios que hacían eran básicamente acerca de qué tan "buenas" estaban. Sin mencionar que no son muy reservados con sus comentarios, que hablaran de Ángelus me hubiese dejdo un muy mal sabor en la boca; aparte de que no quiero que ella esté bajo sus radáres.

Cuando ella subió al auto después de despedirse, el chico ese aceleró como endemoniado.

De seguro que era un loco, y un idiota también.

Josh me había estado hablando en la última clase de cómo debía conquistarla. Luego de que ella se fue una de sus tontas frases vino a mi cabeza: "No pierdas el tiempo con muchas cursilerías, Gray, toma en cuenta que pueden ganartela. Porque ya sabes, está buenísima y es un pedazo de carne fresca entre buitres".

Obviamente recibió un palmazo en la cara de parte mía. Por  el simple hecho de decir que está buenísima y haberla llamado pedazo de carne fresca, claro.

Pero de cierta forma, el caso ya estaba perdido.

Llegué a casa de muy mal humor, y cuando Megan bajó corriendo hacia mí, apenas si pude tomarla en mis brazos.

Megan en realidad no es mi hermana menor, ella es la hija de mi tía, que desapareció hace muchos años cuando ella apenas llevaba diez meses de nacida. Mi madre se hizo cargo de ella, y yo la trato como si fuera mi hermanita menor. Ella tiene tan sólo 11 años y aún así sabe darme unos buenos regaños al igual que mi abuelo.

—¿Mal día?.— Me miró con el ceño fruncido.

Ella podía leerme como si fuera un libro abierto.

—No, sólo estoy cansado.—la bajé y luego dirigí mi vista hacia la sala.

—¿Lo suficiente para no ver una película después de cenar?.

—Claro que no.— Sonreí al ver que hacía un mohin.

Después de saludar a mi abuelo, me dirigí hacia mi habitación desganado. Más que todo por no haber dormido la mayor parte de la noche.

No por Ángelus. Definitivamente no.

Me recosté en mi cama, y saqué mi celular para ver si había mensajes, y sí había unos cuantos y uno de Tamy que me llamó la atención.

"Ni te creas que no me enteré que compartiste tu chocolate, granuja." el mensaje venía acompañado con el emoticono enojado levantando los dedos del medio.

Reí. Sabía que mi mejor amiga sacaría este tema. Lo que me sorprendió fue que no se haya enterado por mi parte, si no que Ángelus seguramente le había contado nuestro no muy regular encuentro.

Éso me confirmaba que efectivamente, yo había sido su tema de conversación en el almuerzo.

Pero no cambiaba en nada el hecho de que Ángelus tenga novio.

Uno imbécil.

"No es un pecado." escribí y ella respondió después de unos minutos.

"Bueno, entonces ¿Por qué no lo compartes con tu mejor amiga, desgraciado? Porque ni siquiera lo hiciste cuando tenías helado vencido."

Tamy tenía ese don de hacerte reír aún cuando todo lo que quieres hacer es matar a cada persona en el mundo.

"Bueno, eso no lo sé."

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