Capítulo 6.

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Ella:

No era la primera vez que Dan se llevaba a alguna cita a su habitación y eso, pero si la primera vez que escuchaba... éso.

—No sabía que Dan tuviese novia.— Tamy se apresuró a llegar a mi cama y tomar una almohada para ponerla sobre su regazo.

—Novias.— Corregí.

Ella hizo una mueca.

—Y ya estaba postulado para ser mi próximo crush.— Ella fingió decepción y puso una cara de tristeza que no duró mucho porque de inmediato ambas nos echamos a reir.

...

Después de que Tamy se fuera, bajé la cuarta parte que quedó de la pizza entera que nos comimos y me puse a lavar los trastes.

Cuando me dispuse a salir de la cocina escuché una risa femenina que provenía de las gradas. De inmediato volví sobre mis pasos, y como toda hermana menor y curiosa, me quedé detrás de la puerta con la oreja pegada a la misma.

—Nos vemos, Remy.— Dan habló con un tono de voz despreocupado.

Reí en cuanto escuché el nombre de la tipa esa, y me regañé a mi misma por no haberme cubierto la boca al hacerlo.

—Ay, Dan, anhelo el día en el que te acuerdes de mi nombre.— "Remy" o como se llamara, se escuchaba molesta.

Lo siguiente que escuché fue el sonido de sus besos. Hice una mueca de asco y me cubrí los oídos para no escuchar más de sus demostraciones.
Esperé unos cuantos minutos y retrocedí rápidamente al escuchar sus pasos acercarse.

Él entró en la cocina tarareando una canción y se sobresaltó en cuanto me vio. —Demonios, Ángelus, pensé que ya estabas dormida.— Se llevó una mano al pecho y su respiración se tornó agitada.

Dramático.

—No tengo cinco años, Dan, no me voy a dormir a las siete.— Lo reté cruzándome de brazos.
Aunque siendo sincera, llevar un pijama de nubes no es muy intimidante.

Él se rascó la nuca, poniéndose algo nervioso. Sabía que mi molestía no era por su típico actuar dramático.

—¿Escuchaste algo?—. Habló mientras se dirigía a la mesa, donde se encontraba la pizza. O bueno, los restos de ella.

—Mucho más de lo que debería.— Respondí.— Y no sólo yo.

Él levantó la tapa de la caja de pizza y frunció el ceño. —¿Quién más estuvo aquí?
Podía sentir su instinto asesino de hermano celoso.

—Tamy. —Pareció traquilizarse al escuchar un nombre femenino, pero seguía un poco confundido. —La amiga con la que me viste hoy.— Rodé los ojos cansada.

—¿Qué dijo ella?—. Se cruzó de brazos y me miró con una sonrisa de lado, supuse que estaba esperando a que le dijera que ella moría por experimentar lo que había escuchado, por lo cual le mostré una mueca de asco levantando una ceja.

—Créeme que nada bueno.—salí de la cocina arrastrando los pies, y escuché su risa mientras subía por las gradas.

Descarado. Ése adjetivo se añadió a la larga lista que lo describía.

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