Capítulo 2.

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Ella:

En cuanto tocó la campana no esperé ni un solo segundo para correr justo hacia el lado contrario de donde él iba, sin siquiera despedirme.
Curiosamente hallé mi salón exactamente por donde había decidido huir como un venado en época de caza.

Tenía que agradecerle al chico-bestia el haberme causado aquel instinto de escape, porque de no ser así, probablemente continuaría perdida por los pasillos de éste enorme colegio.

-Al fín.- Suspiré agitada al llegar a la entrada de aquel no tan grande salón. Intenté controlar mi respiración mientras le echaba una mirada al salón.

Lo único diferente a los demás colegios eran las enormes ventanas que se encontraban en casi toda la habitación

Para mi sorpresa, mi salón no estaba tan lleno y mis compañeros llegaban despreocupados por la hora.

Festejé interiormente al ver una silla vacía al lado de una ventana.
Llegué rápidamente hasta ella y me acomodé. Saqué de mi mochila el libro que me regaló mi madre "como bienvenida" esta mañana, con la completa intención de empezar a leerlo. Ya que el profesor aún no llegaba y entablar alguna conversación o socializar no sonaba bien para mí.

Después de sacarle el papel de regalo y la envoltura me dispuse a sacarme los dichosos lentes de sol. Hasta consideraría quemarlos al llegar a casa. Pero antes de ello o cualquier cosa, levanté la vista y me percaté de que en la puerta se encontraba él, el chico del que había huido como si hubiese visto un fantasma.

¿Por qué de todos los salones tenía que tocarle justamente el mío?

Dejé de pensar en excusas para escapar de él y su incesante mirada y enderecé mi espalda reacomodándome en mi silla mientras ponía los ojos en otro lado que no sea él.

Mis dedos jugaban en la mesa, fingiendo naturalidad. Todo iba bien hasta que lo vi acercarse al asiento contiguo al mío.

Genial.

El chico comía una barra de chocolate y fingió sorpresa al verme sentada ahí. Como si no hubiese estado observándome con diversión en todo su trayecto hasta la silla.

Se sentó y luego de seguir fingiendo no notarme, se giró y me miró con una sonrisa de lado; al momento siguiente se acercó lo suficiente y me habló con un tono de voz como para que sólo yo lo escuchara. Lo cual me puso un tanto nerviosa, y aún no me explico el porqué.

-¿Acaso estás siguiéndome?-.Su voz tenía un tono de auto-suficiencia que me molestaba y tenía la misma sonrisa en sus labios.

Contuve una risa y rodé los ojos ante su afirmación. Me giré para verlo con expresión neutra y podría jurar que contuvo la respiración en cuanto lo hice.

-Definitivamente no. Lo más seguro es que tú estás siguiéndome. Después de todo, yo llegué primero.- Me encogí de hombros y utilicé el mismo tono de voz que él, pero no pareció molestarle, más al contrario, él sonrió ampliamente mostrando una perfecta dentadura.

Una vocecita en mi cabeza dijo: "Ni siquiera te seguiría en twitter, chico-bestia".

Sin más, onreí ante el tonto comentario de mi propia conciencia.

Estoy loca, lo sé. Pero no hay que negar que tiene su gracia.

-No, yo creo que tienes telepatía y sabías que estaría en este salón, por lo cual fue imposible para ti no correr hasta aquí y esperarme como para que no me diese cuenta.-Me miró como si hubiese descubierto el mayor secreto del universo y aún sonriente, le dio un mordisco a esa barra que traía.- Te descubrí.

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