Capítulo 9.

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Ella:

Saqué a Jesús de mi casa; me senté rápidamente en una de las gradas de la entrada, y él hizo lo mismo sentándose al lado mío.

-¿Por qué lo hiciste?.- dije mirándolo.

Él me miró confundido y sonreí.

-Dijiste que éramos novios.

El sonrió ampliamente.

-Sólo les seguí el juego.- vio hacia adelante - Supuse que les habías dicho que era tu novio, y bueno, no podía bajar las expectativas.- dijo sonriéndome de lado.

-Les dije en broma que tenía novio.- dije riendo- No entiendo por qué creyeron que eras tú.

-Es que tienen buenos gustos.

-No realmente.- dije contagiándole mi risa.- De todas formas, gracias por ayudarme con la broma. Fue algo... Inesperado.

Él se giró más hacía mí .

-Cuando quieras yo finjo ser tu novio.

-No creo que vuelva a pasar.- negué con la cabeza y una sonrisa en mí rostro.

-¿Para qué quieres los apuntes?.- continué antes de que pudiera responderme.

-Es que en la anterior clase no tomé apuntes, debido a que una agradable pero bulliciosa señorita estaba sentada al lado mío.- dijo sonriéndome.

Me ruboricé al igual que el otro día.

Mal-di-ción.

-Entonces, creo que ya no debes sentarte junto a ella.

-Ya no lo hago, ella ya no quiere sentarse conmigo.- dijo viéndome acusatoriamente.

Mordí mi labio inferior.

-Quizás, sea saludable.

-Definitivamente no.- dijo- ¿Me harías el honor de al menos sentarte conmigo en física, Ángelus?

Sonreí.

-Sólo y únicamente si prometes tomar apuntes.

-Cada clase sin falta.- dijo él levantando una mano como haciendo un juramento.

Reí suavemente.

-De acuerdo.- dije, y le entregué mi libreta de apuntes.

-Oye espera, no me habías dicho que éramos vecinos.- dije reteniendo aún el cuaderno.

-Bueno, lo somos.- dijo poniendo sus manos sobre la libreta.- De hecho, mi habitación está justo al frente de la tuya.

Santo Dios.

Mis ojos se abrieron como platos.

Y yo con tantísima confianza dejando siempre la ventana abierta, aveces solo cierro las cortinas, ¡Que son semi-transparentes!

El rió viendo mi cara horrorizada, pero sin soltar la libreta.

-Descuida Ángelus, no soy un psicópata obsesivo.- dijo sonriente.- Espero que tú tampoco, ya sabes, si quieres alguna foto mía, sólo debes avisarme antes.

Reí.

-Eres un engreído.- respondí.

-No puedes quejarte -se encogió de hombros- Tú eres bastante bulliciosa.

Abrí un poco los labios sorprendida.

De seguro escuchó mis serenatas de media noche.

Sentí que mis mejillas se ruborizaban de nuevo.

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