Capítulo IV

726 40 2
                                    

Cuando llegue a mi casa subí hasta mi habitación con las pocas energías que me quedaban hasta poder tirarme en mi cama para intentar dormir pero mis pensamientos no me dejaban.

¿Desde cuándo me importaba Hudson? ¿Por qué le sonreía tontamente? Sus rulos son tan hermosos y perfectos. Su forma de hablar.

¿Qué me estaba pasando? Yo nunca hablaba así de nadie, menos de el que es una super estrella con miles de mujeres atrás de él.

Prendí mi celular y ya eran las siete, hora en la que se supone vendría Slash a enseñarme música. Pasó más de media hora pero él no llegaba, ¿le habría pasado algo? ¿Se habrá encontrado con el rubio?. Mis pensamientos se callaron con el sonido del timbre y efectivamente era Slash, estaba algo ¿ebrio?

-Hola cariño-dijo tambaleándose.
-Slash por dios, estás más que ebrio, pasa y siéntate-mi tono era demandante.
-Ya se que me extrañaste primor no hace falta que lo demuestres tanto.
-Que pavadas son las que dices-en un abrir y cerrar de ojos se encontraba Slash durmiendo en mi sillón, se veía tan dulce, no quería levantarlo, me daba mucha ternura su carita.

-Mandy...-dijo por lo bajo.
-¿Qué pasa?
-Eres tan linda, no sabes cuanto quiero un beos tuyo- quedé congelada, no me esperaba para nada eso, sin que pudiera hacer movimiento alguno tenía sus labios pegados a los míos, uniendonos en un tierno beso hasta que caí en la realidad.

Narra Slash.
Una vez que salí del hospital solo quería beber, pero no podía dejar de pensar en Mandy, era tan linda, sus ojos color miel, sus labios... sus dulces y delicados labios me volvían loco, quiero un beso de ella, no es que este enamorado ni nada, solo quiero un simple beso. Pero creo que después de la situación en la que me encontró no querrá saber nada de mí, solamente que le de las clases que teníamos pautadas y listo. Mi pensamiento hizo que me comprara dos botellas de Jack Daniel's todas para mi solo, fui a un parque y me senté bajo un árbol.
Cuando me di cuenta ya eran las siete y veinte, hace veinte minutos tendría que haber estado en lo de Mandy, me levanté como pude y fui hasta su casa.
Ahí se encontraba ella tan dulce como las veces que me había tocado verla.
No podía controlar lo que decía las palabras salían de mi boca por si solas, necesitaba recostarme en algún lado así que llegué hasta el sillón donde me quedé dormido al instante. Soñaba que la besaba, que por fin lo lograba, por fin tenía un beso de Mandy. Pero de repente alguien me pego una cachetada despertandome por completo, era justamente Mandy.

-¿CÓMO TE ATREVES A BESARME?-gritó dándome un terrible dolor de cabeza, pero de pronto caí, no había soñado, todo había sido realidad.
-Yo...eh... estoy ebrio-fue lo único que pude formular.
-YA LO SÉ, PERO ESO NO TE DA PERMISO DE BESARME, VETE DE MI CASA YA MISMO.
-Esta bien pero ya no grites más, te llamaré para arreglar otra cita para música-dije mientras agarraba mi cabeza, hasta abrir la puerta y retirarme.

Por fin lo había hecho, besé sus labios, estaba feliz, no me importaba la cachetada que me había pegado ella después, lo importante era ese beso, fue tan cálido, me transmitía tanto amor, esperen... ¿amor? No podría estar enamorado de ella en tan poco tiempo ¿o si?

El profesor HudsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora