Capítulo III

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Ahí estaba yo, siguiendo a alguien que me caía totalmente mal aunque me haya tratado muy bien cuando estuvimos en mi casa pero mis pensamientos hacía él seguían igual.

Llegamos hasta un callejón bastante oscuro casi no podía ver por donde pisaba, escuché que Slash golpeó una puerta de metal de la cual salió un hombre alto y pelado dejándolo pasar después de decirle su nombre.

No sabía que hacer si entrar o irme había pasado más de media hora parada en la esquina, de todos modos no sabía como era que había llegado hasta ese lugar solo para saber de él. Se empezaron a escuchar varios gritos hasta que dos hombres bastante borrachos salieron del lugar agarrándose a las piñas estaban en plena pelea y el guardia tratando de separarlos. Uno de ellos era rubio, muy alto casi de un metro noventa diría yo y el otro tenía una galera la cual solo dejaba ver que el hombre tenía rulos, hasta que se le cae, era Slash.

Cuando el guardia por fin logró separarlos se llevó al rubio hacía adentro dejando a Slash tirado en el piso sin siquiera poder levantarse, él solo maldecía, decidí acercarme y tratar de ayudarlo, siempre traía conmigo un poco de algodón ya que me sangra la nariz y comencé a limpiarle la sangre que caía desde su labio.
-Mandy...- dijo él para luego desmayarse.
-Dios mío tengo a Slash desmayado y lastimado al lado mío, en que me estoy metiendo dios- pensé tratando de levantarlo del piso pero era muy pesado.

Llamé a una ambulancia la cual vino rápidamente y fuimos hacía el hospital, se veía tan lindo durmiendo, por fin le veía la cara.
Una vez en el hospital lo llevaron a una habitación para que se recomponga correctamente para después darle el alta.
Después de un par de horas él despertó.

-Dónde estoy?- dijo mientras se agarraba la cabeza.
-En el hospital, te trajeron aquí después de que quedaras inconsistente- le dije.
-¿Cómo sabías que yo estaba desmayado? Más bien... ¿Qué haces acá?- dijo extrañado.
-Bueno, eh, te seguí esta bien se que esta mal, pero gracias a eso ahora estás acá y no en ese callejón tirado inconsistente todavía- me defendí.
-No me vuelvas a seguir, ahora anda a tu casa que deben preguntarse en donde estás- dijo en un tono serio.
-Esta bien, nos vemos en la tarde- dije saliendo de la habitación.
-Espera...-dijo - gracias por haberme traído- levantó su pulgar en forma de agradecimiento.
-De nada- le dije e hice una sonrisa.

Rayos, ¿Por qué sonreía por él?¿Qué me estaba pasando? ¿Qué era el lugar donde entró en el callejón?¿Por qué tuvo esa pelea? ¿Quién era ese rubio? Eran lo único en lo que pensaba, pero claramente no tendría respuesta.

El profesor HudsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora