Capitulo 1

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-Está cargando -afirmó la mujer, mientras la apuntaba con el rifle apoyado en la cadera.

Era alta y lucía un aspecto desalineado, la lisa melena azabache le caía sobre la cara. Cerró la puerta a su espalda.

-Como te muevas, te juro que te vuelo la puta cabeza.

Vienna Blake pulsó el botón de la alarma de seguridad que tenía debajo del escritorio. No es que creyera que aquella loca hubiera pasado desapercibida al colarse en el edificio. Seguramente un equipo de los SWAT estaba ya de camino.

-¿Qué es lo que quieres?

-Ya sabes por qué estoy aquí.

La intrusa era hosca y desconfiada, como un animal salvaje que la observase desde detrás de unos barrotes de hierro. Su ropa parecía sacada del vestuario de una película de época y no pegaba para nada en un despacho del centro de Boston. ¿Quién si no iba a llevar una chaqueta tres cuartos de terciopelo y una blusa blanca con un pañuelo al cuello? Sólo Mason Cavender. Vienna supuso que se había escondido el rifle debajo de la chaqueta, pero ¿nadie había reparado en las botas y los pantalones de montar negros?

-¿Puedes bajar el arma? -pidió Vienna-. Me está poniendo nerviosa.

-Mira por dónde, una Blake con sentido del humor -se burló  Mason, mientras paseaba por la oficina. Se detuvo a unos pasos del imponente escritorio de cerezo y observó a Vienna con ojos oscuros y amenazadores-. ¿Te parece gracioso?

Vienna no dejó que se le notara el miedo. No estaba dispuesta a ponerse a lloriquear sólo porque la apuntaran al estómago con un rifle.

-Te vas a meter en un lío.

-¿Un lío? Tu familia ha destruido ha la mía. Y ahora tú has matado a mi hermano. ¿Ha sido tu momento culminante? ¿O te pareció mejor ver a mi padre mearse encima el día que tuvo el ataque?

Vienna consideró qué posibilidades tenía de sacar el Smith & Wesson que guardaba en el primer cajón antes de que Mason disparara. Se obligó a mantener la calma y a pensar con claridad.

-Siento mucho lo de tu hermano -le dijo.

El largo cañón del rifle avanzó un centímetro más hacía su pecho.

-¿Lo sientes? ¿Mi hermano aún está caliente en su tumba y tienes la desfachatez de enviarme una oferta para quedarte con lo que me pertenece? 

se diría que Mason no había pegado el ojo desde el funeral. Vienna era consiente de que la situación era peligrosa, pero no se permitió el lujo de dejar que le entrara el pánico. La gente que se dejaba dominar por el pánico cometía errores. Ella estaba eche de otra pasta: era una persona que cometía errores, sobrevivía a ellos y nunca volvía a renunciar al control. se obligó a respirar acompasadamente mientras sopesaba sus opciones. si lograba sacar el revólver del cajón, le bastaría con un disparo. Defensa propia. Cualquier abogado competente se aseguraría de que no se presentaran cargos en su contra.

Sin embargo, si disparaba a Mason tenía que ser como último recurso. Aparte de por lo obvio, porque un final así no sería satisfactorio para Vienna, que quería que Mason presenciara la destrucción final del legado de los Cavender. Quería que aceptara su oferta porque no le quedara otra elección.

-Ahora que Lynden ya no está, sólo queda uno de nosotros -dijo Mason con voz ronca-. Y sólo que uno de vosotros. La última Cavender acaba con la última Blake. 

Justicia poética, ¿no te parece?

Vienna suspiró.

-No tuve nada que ver con el accidente, y si te hubieras molestado en comprobar los hechos, tú también lo sabrías.

El jardín oscuro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora