Capitulo 7

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-¿Qué quieres? -preguntó Mason.

Escudriñó el rostro de Vienna con los ojos oscuros llenos de suspicacia y no abrió más la puerta principal. De hecho, más bien parecía que estuviera a punto de cerrársela en las narices. Vienna puso el pie en el hueco.

-¿Puedo entrar?

Su vecina titubeó, pero al final abrió la puerta a regañadientes y fingió que le hacía una reverencia.

-Como mi señora desee.

-Bueno, esto promete.

Vienna ya se estaba arrepintiendo de querer devolverle el Winchester en persona a Mason, en lugar de enviarlo por FedEx. Tendría que haber sabido que en el momento en que pusiera un pie en la guarida de su enemiga, la asaltarían las mismas sensaciones de siempre. Se le secaría la garganta, la lujuria la dominaría y deshonraría el apellido de su familia.

Mason no hacia nada para provocar que a Vienna se le acelerara el pulso a propósito. Se limitaba a estar allí plantada, con los brazos en jarras, con la mirada ardiente relampagueando llena de rencor. Llevaba una camisa holgada metida por dentro de los tejanos negros. No llevaba sujetador debajo y se podía distinguir la sombra inconfundible de sus pezones bajo la tela. Vienna no podía dejar de pensar en aquellos senos y en el torso musculoso de Mason. Desde que Mason se había quedado medio desnuda en su despacho, Vienna se moría de ganas de arrancarle la camisa y tocar la suave piel que sabía que había debajo, nada más verla. La intensa necesidad la cogió por sorpresa y notó que la cara le ardía.

-Eh... ¿mi rifle? -apuntó Mason.

Vienna ofreció el arma con las dos manos. No era capaz de mirar a Mason a los ojos, pero sí notaba la mirada de ella fulminándola. Sí, había sido una mala idea. Ni siquiera le había dicho a Tazio Pantano que iba a ir a Laudes Absalom. Vienna se preguntaba cuándo dejaría de comportarse de manera tan irracional en lo que concernía a su adversaria.

-Sé que has pasado un par de semanas bastante duras -dijo Vienna en tono tirante-. Espero que estés mejor.

-Mentirosa.

Dolida, Vienna levantó la cabeza de golpe.

-¿Se te ha ocurrido alguna vez que para mí todo esto tampoco es que sea un paseo por el parque?

Mason soltó una carcajada seca y cogió el rifle.

 -¿Qué parte? ¿La de destruir todo lo que me importa o la del supuesto accidente? ¿O intentar arrebatarme mi empresa cuando ambas sabemos que tú no ganarías nada con ella? Dime, ¿todo esto es porque te rechacé aquel día?

-No te creas tanto.

-Ah, es verdad. Qué tonta por olvidarlo. Se supone que debería estarte agradecida, ¿no? Un polvo por pena de la irresistible princesita Vienna Blake. La muer que podría tener a cualquiera.

Vienna se estremeció internamente. Tendría que haberse esperado que algún día Mason le echara en cara aquella embarazosa noche.

-De eso hace mucho tiempo y sabes tan bien como yo que estaba borracha.

-Que es precisamente cuando la gente dice lo que piensa de verdad. Si no recuerdo mal, dijiste que me estabas haciendo un favor.

-Esas no fueron mis palabras y, de todas maneras... no quería decir eso.

-Como si te acordaras de algo de lo que pasó aquella noche.

El desprecio de Mason levantó ampollas en la consciencia de Vienna al recordarle unos acontecimientos que habría preferido olvidar. Se quedó mirando el hueco de la puerta, a sabiendas de que lo mejor que podía hacer era marcharse por donde había venido, en lugar de quedarse allí y dejar que Mason la sacara de quicio. Ojalá no recordara aquella noche, pero era como si la fiesta hubiera tenido lugar hacía semanas en lugar de años. La humillación del rechazo aún le quemaba en las entrañas.

El jardín oscuro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora