Capitulo 10

1.6K 98 8
                                    

-¿Qué quiere decir con que se ha ido?

La señora Danville fulminó a Vienna con una mirada glacial.

-Se marchó hace unas horas.

-¿Así sin más? -La conmoción hizo que la voz de Vienna sonara trémula-. ¿No me ha dejado ningún mensaje? -Se sentía estúpida por preguntar, pero no se arredró porque no iba a permitir que la intimidaran-. Lo digo porque hace un rato habíamos quedado en que cenaríamos juntas.

La señora Danville le dedicó una de sus sonrisas de superioridad, que no era más que una breve torcedura de labios.

-No mencionó que fuéramos a tener invitados esta noche, señorita Blake. Pero si desea puede esperar en la sala mientras la llamo por el teléfono. Puede que la entendiera mal.

-No será necesario.

Descorazonada, Vienna observó el vestíbulo principal tras el ama de llaves. Al ver la escalinata recordó la sensación del cuerpo de Mason contra el suyo. ¿Cómo podía haberse marchado después de todo lo que se habían dicho? Vienna había tenido la impresión que de por fin habían tenido un puente lo bastante fuerte como para resistir la embestida de las riendas del pasado. Por una vez se había permitido escuchar a su corazón en lugar de a su cerebro. Sin embargo, todo estaba pasando muy deprisa y había necesitado parar. Mason le resultaba irresistible y habría sido demasiado fácil irse a casa con ella y hacer el amor. pero Vienna había querido tomar aquella decisión cuando no tuviera el juicio nublado por el deseo físico. Tenía que saber si con la cabeza fría aún escogería estar con Mason, porque si era así lo cambiaría todo.

La señora Danville tuvo a bien dejar de torturarla.

-Surgió algo urgente en la cuidad. Dijo que si alguien venía a buscarla, le transmitiera sus disculpas.

-Ya veo. -Vienna reconoció que la estaba echando, pero no era capaz de marcharse después de haber llegado tan lejos-. ¿Tiene planeado volver más tarde?

Si Mason había tenido que atender un asunto urgente, a lo mejor volvía a Laudes Absalom cuando lo hubiera solucionado y Vienna podía esperarla para cumplir la promesa de pasar la noche con ella cuando llegara a casa.

-Me dio la impresión de que estaría fuera varios días -respondió la señora Danville.

Vienna no daba crédito a sus oídos. No tenía ningún sentido después de lo que había leído en el rostro de Mason unas pocas horas antes.

-¿Por qué? -murmuró.

La señora Danville le lanzó una mirada de extrañeza.

-Sugeriría que se lo pregunte usted misma, señorita Blake.

Vienna contempló la estatua que había al lado de la puerta con los ojos anegados en lágrimas, mientas trataba de recuperar la compostura. Se estremeció cuando un soplo de viento levantó un remolino de hojas secas sobre los escalones de la entrada.

-Sí, por supuesto.

((Márchate)), pensó. Y aun así, no era capaz de emprender el camino de vuelta sabiendo lo que dejaba atrás. Tenía la sensación irracional de que no iba a volver a ver a Mason nunca más, y aquella noción lo golpeó como un puñetazo.

-¿Se encuentra bien, señorita Blake?

Vienna no podía hablar, temblaba de pies a cabeza. Dejó escapar un sonido que la sorprendió hasta a ella: un gritito ahogado, que no sofocó del todo antes de que aflorara de su garganta. El quejido también pareció sobresaltar al ama de llaves.

-Creo que debería usted sentarse -le dijo-. Se ha puesto blanca.

Condujo a Vienna al interior de la casa y la llevó a una pequeña sala de estar cercana. Allí, una avergonzada Vienna se sentó en un diván.

El jardín oscuro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora