Epílogo

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En el funeral tampoco asistió Francisco Hoyos, pero si lo hizo Rafael que me acompaño en todo momento.

Fui a dar las palabras para la difunta.

"Aunque los mares se sequen-dije llorando-y las madres dejen de amamantar a sus hijos, y los gatos dejen de ronronear, aunque la vida se seque, y los amores mueran yo....yo.... ¡No debí confiar en ti!-grité- y bajé, Rafael me abrazó.

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La vida me había golpeado, ya no podía ser la misma, también asistí a un psiquiatra pero lo abandone pronto y me dedique a orar todas las noches.

Un día fui a casa de Francisco Hoyos y solo hizo falta ver que las rosas marchitas habían sido liberadas para su descanso. Días después salió el tercer libro de Los Siete Cielos, tal como lo prometió, yo nunca lo leí, sabía que ese tercer libro era falso, realmente falso, sin una pizca de realidad.

Por la noche me puse a reclamarle a Dios.

-¿Por qué no me los dejaste un mes más, dos, tres, por qué, Dios mío?

Silencio, la respuesta de Dios es la paz del silencio.

-Por favor devuélvemelos, aunque sea un día, dos o tres, por favor.... Señor-

Silencio y suspiros, llantos.

-Cuídalos señor-le dije a Dios-En los siete cielos, cuídalos....

FIN





Los 7 cielosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora