Capítulo 6

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POV Dulce

El reloj marcaba las 8:30 de la mañana, mi cuento de hadas se había acabado, era hora de volver a mi realidad.

Christopher: A mí también me gustaría que esto no se acabara, ¿sabes?

Dulce: No me hagas empezar, por favor, hoy no

Christopher: Ranita, por favor

Dulce: No, tú sabes lo que pienso y cómo me siento respecto a esto. ¿Te confieso algo? Cada vez que te vas de aquí me siento como una basura, como si me usaras, que soy tu...

Christopher: ¿Mi qué?

Dulce: Tu puta personal –dije enojada-

Una lágrima empezó a bajar por mi mejilla, Christopher estaba enojado pero al verme así se acercó y me abrazó.

Dulce: Me duele verte partir en las mañanas –dije entre lágrimas-

Christopher: ¿Y tú crees que a mí no me duele irme? ¡Dulce, yo te amo!

Dulce: Yo también te amo, demasiado, pero cada vez que te veo partir siento que me muero, es como si me quitaran una parte de mí, me duele

Christopher: Perdóname, Dul, yo lo último que quiero es lastimarte

Dulce: ¿Por qué tiene que ser así? ¿Por qué soy yo la que te tiene que dejar ir?

Nos quedamos en silencio por unos minutos, Christopher me abrazó y me dio un beso en la frente.

Christopher: Perdóname, te prometo que esto va a cambiar, ¿sí?

Dulce: Chris... me has dicho eso varias veces y mira... seguimos en las mismas, no me prometas nada

Christopher: Yo... Dulce –dijo, empezando a enojarse- ¡Caray! Yo te amo, ¿vale? Eso es lo único que debe importar, perdóname si te he lastimado, no va a pasar más, hablaré con Natalia y ya está

Dulce: No me digas nada, después de todo, yo no soy nada tuyo para pedirte explicaciones

Christopher: No digas eso, sabes lo que significas para mí

Dulce: Entonces demuéstramelo, y no sólo con palabras

Christopher: Por favor, Ranita, no dañemos el momento, ¿sí?

Dulce: ¿Momento? ¿Qué momento? Christopher... eres –volteé a ver al suelo-

Christopher: ¿Qué?

El celular le empezó a sonar, era doña Alexandra.

Christopher: Me tengo que ir

Dulce: Ya lo sé... vete

Christopher: Te amo –dijo, dándome un pequeño beso en los labios-

Dulce: Yo también te amo, cuídate.

En cuanto salió sentí como mi mundo se desboronaba, abracé a Rosetta y empecé a llorar, un vació inundaba mi cuerpo, tenía ganas de arrancarme el alma, no podía explicar lo que sentía, lo único que puedo decir es que me dolía, era como si me estuvieran apuñalando por dentro, quería gritar, salir corriendo y decirle que se quede, que lo necesitaba, que sentía que mi vida se iba con él.

Rosetta se quedó quieta en mis brazos, y me lamía la mejilla, como tratando de mitigar el dolor, sonreí entre lágrimas, por lo menos la tenía a ella, y aunque no llenaba el vacío de mi pecho, calmaba mi incesante dolor por instantes.

O lo haces tú o lo hago yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora