Capítulo 20

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POV Christopher

Llevaba días evitando cualquier tipo de contacto con Dulce, ella insistía en hablarme, en querer saber qué era lo que me pasaba, pero definitivamente no quería arruinar la cena de Noche Buena ni el día de Navidad que con tanto esmero habían organizado ella y mi madre.

La mañana del día 24 amaneció fría y nublosa, parecía que el día estaba reflejando mi estado de ánimo. Suspiré y con cuidado arrastré mi silla de ruedas hacía el baño. Me metí a bañar y salí a la cocina donde mi madre estaba ya preparando toda la comida.

Alexandra: Buenos días mi amor -dijo alegre- ¿estás listo para ir a tu terapia?

Christopher: Si, hoy vendrá por mi Víctor que está en la ciudad y quiere aprovechar para platicar y todo eso.

Alexandra: Que bueno, mi amor, así Dulcita podrá venir a ayudarme a cocinar. Blanca llegará tras la comida para ayudarnos también -dijo hablando ilusionada- Será tan estupendo...

Christopher: Pero mamá ¿por qué se molestan con tanta comida? Digo, solo seremos nosotros 2, los señores Espinosa, Dulce, Blanca, su esposo, Andrea, Claudia y Clara.

Alexandra: Quizá tengas alguna sorpresa mi amor -dijo besándome la cabeza- apúrate a desayunar, que llegarás tarde.

Negué con la cabeza y me reí empezando a comer mi desayuno. Mi hermano pasaría por mí en unos 30 minutos y yo estaba listo, así que me puse a revisar mi celular, encontrando las fotos que tan molesto me tenían.

Y es que salir de la terapia y encontrarme a Dulce hablando con Rodrigo no era la mejor manera de animar mi recuperación. Suspiré apretando los puños enojado, celoso. ¿Por qué diablos ese idiota tenía que estar cerca de MI novia? ¿Qué no había entendido que ella no quería más nada con él? Cerré las fotos para no enojarme más, para no aumentar mis celos y no arruinar la Navidad.

El sonido del timbre de la puerta me hizo salir de mis pensamientos y, lentamente, fui a abrir con la silla de ruedas.

Víctor: ¡Hola hermanito! -dijo chocándome la mano- ¿Cómo estás?

Christopher: Hola -le respondí chocando su mano- Pues ahí ando, y no lo digo literal ¡eh!

Ambos empezamos a reírnos por la babosada que acababa de decir.

Víctor: Anda, vamos, no vayas a llegar tarde -me dijo-

Christopher: Esto es como cuando venías a buscarme para llevarme a la escuela -dije mirándolo un momento-

Víctor: ¡Oh no! Claro que no, esto será mucho más divertido -dijo apoyando su mano en mi hombro- después de tu terapia iremos a comer y tendremos un rato entre hermanos.

Christopher: Pero faltan Faye y André -dije mirándolo-

Pero la puerta de la camioneta de mi hermano se abrió y salieron mis otros dos hermanos. Yo sonreí, iba a ser una gran comida de hermanos. Con ayuda de Rafael y Víctor subí a la camioneta y nos dirigimos hacía el lugar donde recibía mis terapias.

Cuando entramos pedí a mis hermanos que me esperasen fuera. Entré con los doctores que empezaron a mandarme ejercicios más difíciles que los de los últimos días pero lo más raro es que preguntaron por Dulce nada más llegar. Ella siempre entraba conmigo a las terapias, desde el primer día.

Tras 90 minutos de ejercicios que realmente dolían pude salir a comer tranquilamente con mis hermanos en lo que mi madre, Dulce y Blanca preparaban la cena familiar.

O lo haces tú o lo hago yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora