Capítulo 14 - Maratón

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Maratón 2/2

Caminamos por la orilla del mar con nuestras manos entrelazadas, riéndonos de pequeñas estupideces hasta que llegamos a una zona en donde la cantidad de gente no era asfixiante. Esto se debía a unas rocas muy grandes que cubrían la mayor parte de la playa e impedían que la gente tome sol o se instalase allí. Nosotros nos dirigimos más hacia la orilla, donde se podía disfrutar de una pequeña zona de suave arena. 

-Bien... -Dijo James, sacando las tablas que llevaba bajo su brazo y entregándome una. 

-Es broma, ¿no? -Pregunté espantada-. ¿Sin prácticas en el suelo antes? 

Tenía que estar bromeando. Nunca me había subido a una de esas tablas gigantes en mi vida, y al menos esperaba que la primera vez me diesen un poco de lecciones sobre un terreno algo más conciso que el mar. Estaba aterrada. Tanto que me imaginaba caminando con ese peso en mis brazos y cayéndome incluso antes de ingresar al agua, solo para morir aplastada bajo esa tabla. 

-Nunca aprenderás realmente si no entras al agua. Además, las prácticas en el suelo no sirven para nada, porque el suelo nunca se asemejará al mar. 

James dejó su tabla a un costado y se quitó la remera, dejando al descubierto -y para mi deleite-, sus perfectos abdominales tonificados y sus bellas entradas que formaban la V. "Muy lindo, muy lindo" dijo la voz de mi cabeza, "pero, ¿no crees que deberías comenzar a hacer lo mismo?". Asentí inconscientemente y distraje mi atención del cuerpo de James para empezar a despojarme de mi propia ropa. Una vez que ambos quedamos en traje de baño, nos encaminamos hacia el mar. Cargué la tabla en mi espalda durante todo el trayecto, fingiendo naturalidad, pero la verdad es que pesaba más de lo que esperaba. Ya sentía mis piernas quejándose, a punto de ceder ante su peso. Definitivamente, la fuerza no residía en mí. James, en cambio, caminaba totalmente erguido llevando su tabla bajo el brazo con total naturalidad.

Cuando estuvimos en una profundidad adecuada James me frenó. Orgullosa como estaba por el éxito de mi introducción al mar, me distraje de él y cuando me quise dar cuenta ya estaba subido a su tabla. Fingiendo que había escuchado todo lo que me había dicho, me recosté sobre mi propia tabla y con cuidado hice equilibrio para lograr sentarme. 

-Bien, una vez que ya te subiste a la tabla, debes amarrar esto -dijo señalando una especie de cuerda atada al extremo de cada tabla- con fuerza a tu pie. Evitará que la tabla se vaya mar adentro cada vez que caigas. 

Asentí e hice lo que me indicaba obedientemente. 

-Ahora, hay algo que siempre debes recordar. Si una ola te derriba, tienes que nadar hacia abajo. No mucho, solo lo suficiente, para que cuando la tabla que amarraste a tu pie vuelva no te rompa la cabeza, ¿de acuerdo?

Abrí mis ojos de impresión y James rió. 

-Tranquila, me ocuparé de que eso no suceda. 

James se recostó en la tabla y comenzó a bracear para introducirse un poco más en el mar. Yo seguía sus movimientos atentamente. 

-Sam, por último quiero recordarte que no soy un instructor de surf. Todo lo que he aprendido, lo he aprendido por mi cuenta. Impediré que te ahogues o te lastimes, pero es probable que no salgas de aquí sabiendo a surfear como un profesional. 

-No pasa nada. Solo necesitaré tomar un par de clases más hasta que aprenda correctamente, ¿no lo crees? -Dije divertida mientras daba un par de braceadas más. 

James sonrió y me indicó como bracear de una manera más efectiva. 

El agua fría envolvía a mis piernas y brazos, haciendo que los sintiera más pesados de lo habitual. Aumentamos la velocidad del braceo y en cuanto se formó una ola, James se levantó sobre su tabla y la dominó mientras que yo la crucé cómodamente sentada. 

Un Verano Para RecordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora