Capítulo 4

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Anoche, luego de que mis amigas me llamaran y me fueran a buscar al callejón en el que rompí a llorar, mi papá nos fue a buscar y fingimos que nada había pasado. Hasta que llegamos a mi casa y cuando estábamos siquiera subiendo las escaleras, las chicas ya me estaban pidiendo todo tipo de explicaciones. 

Laura, quién había estado cerca y había podido ver todo, les contó resumidamente y defendió mi silencio. 

A la mañana siguiente nos costó abrir los ojos. Mi familia había salido, pero habían llamado a mi hermana mayor, Fernanda para que nos ayudara con el almuerzo y cosas así. Para levantarnos, nos puso música que ella llamaba "Post Resaca" y nos llevó café a la cama con la intención de que nuestras cabezas pararan de latir. Todavía podía sentir la música de la fiesta haciendo vibrar mi cerebro cuando abría los ojos, y si los cerraba no veía otra cosa que la mirada neutra de Lucas en mi imaginación. 

-Pero, ¿qué se supone que hacía con esa chica? -Pregunté más a mí misma que a mis tres amigas que recién estaban saliendo de su ensoñación-. Es decir, él puede estar con quién quiera, pero... ¿Qué mierda hacía en esa fiesta? ¿Me sigue? ¿Por qué siempre tengo que encontrármelo? Sin duda, mi vida es lo mejor. 

-Sam, demasiado para una mañana de resaca -se quejó Azul con una mano en su cabeza-. Aparte, no estaban haciendo nada, ¿o sí? 

-Azul, yo conozco a Lucas de una manera distinta a como tú lo haces, ¿o acaso crees que no me doy cuenta de que cuando está así de cerca de una chica es porque la desea? Lo hizo conmigo...

-Sam, tranquila... -Comenzó Laura, pero se quedó sin palabras. Claramente no había mucho más que decir. 

-Piensa en nuestras vacaciones, Sam -Anna me agarró por el brazo y me tiró hacia ella-. Todas juntas, sin nuestros padres, fiestas en la playa y chicos lindos para ustedes, ¿qué más se puede pedir? 

-Nada... -Contesté sonriendo y creando en mi mente la visión que Anna me ofrecía, hasta que Lucas volvió a inundar mi mente-. Excepto a Lucas. 

Metí mi cabeza en la almohada para acallar mis quejas hasta que ingresó mi pequeño sobrinito a la habitación. 

-Tía Sam, el almuerzo está listo -dijo Julián con su tierna voz. 

Levanté mi pulgar en gesto de afirmación y Juli se fue. 

-Al final, ¿qué les dijeron a los chicos para salir de allí? -Pregunté una vez abajo, con mi boca llena de ensalada. 

-Que te habían hallado deambulando por un pasillo sin ninguna idea de dónde estabas y pensamos que te había caído mal algo -dijo Laura. 

-Por cierto -dije, mirándola-, lo siento. No era mi intención arruinar tu momento con Santi. 

-¿Mi momento? -Dijo, con una sonrisa-. Es lo mismo de siempre: muchas palabras, pero nada de acción. 

-Entonces, ¿qué fue lo que las hizo llegar tan temprano a casa anoche? -Preguntó Fer, ingresando al comedor con una bandeja con pollo y papas fritas. 

Automáticamente, todas las cabezas giraron hacia mi. 

-Lucas. 

-¿Qué hizo ahora el boludo ese? 

-Nada, solo estaba con una chica y yo lo vi, y casi provoco que el dueño de la casa me mate.  

-¿De nuevo? -Preguntó y todas reímos. 

-Aquella vez fue distinto. Estaba buscando a las chicas y me perdí. Entré a una habitación y justo era en la que el dueño hacía de las suyas...

Un Verano Para RecordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora