Prólogo

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"Debía admitir que extrañaba su presencia... Debía admitir que él era todo lo que necesitaba para vivir..."

Todos habían llorado la muerte del hijo menor de los reyes, al menos unos cuantos lo hacían, otros más solo era para fingir ante ellos y no perder el prestigio, Thor era el mayor afectado con esto, el sabía perfectamente que fue su culpa, desde mucho antes el lo había humillado, a veces de forma consciente y a veces no lo era, pero ahora ya no podía hacer nada ni confesarle nada porque el realmente lo amaba, lo amaba tanto que creyó que si fingía enamorarse de esa mortal todo estaría bien pero cuál fue su sorpresa al saber su gran error, jamás le había dicho sobre sus sentimientos ya que no era normal, ambos siendo hombres y hermanos, no era lo más correcto y agradable de ver ante los ojos de sus padres, pero ahora entendía que tal vez si lo hubiese sido, si le hubiese contado aunque sea a él todo estaría bien, le pediría que lo perdonara pero ahora tendría que vivir con la culpa de saber que él se soltó porque lo amaba y le dolía enormemente saber que él quería a la mortal, en sus ojos esmeralda se notaba el dolor de la traición y esas lágrimas que dejo escapar solo fueron un detonante para el rubio quien lo supo todo cuando se perdía en el espacio...

Después de soltarse para dejarse caer en el infinito del espacio prefirió cerrar los ojos para no ver más a su "padre" y al rubio, cuando sintió todo perdido, cuando supo que no los vería otra vez creyó razonable abrir los ojos para ver su infortunio, pero sin darse cuenta fue absorbido por un agujero de gusano que lo llevo ante unos extraños individuos, ahora estaba en el suelo mostrando cierta sorpresa en su encantador y sensual rostro con marcas de algunos golpes que apenas habían hecho los ataques de su hermano, los miraba de forma amenazante a pesar de ya no tener fuerzas no se dejaría intimidar por esos seres, no es digno de él, lo levantaron sin cuidado alguno mientras en el rostro del que parecía ser el líder se formaba una sonrisa que de cierta forma le causo escalofríos al dios menor.

Fue llevado hacia una gran nave que nunca antes había visto en los libros que alguna vez leyó en los grandes y amplios estantes de la biblioteca real, al pensarlo mejor durante el trayecto que emprendieron desde hace un rato hasta ahora ya no tenía la intención de defenderse, en su mente maquinó la idea de morir a manos de esos seres y ya no parecía importarle, sus ojos antes resplandecientes estaban vacios, eran de un verde más oscuro de los que poseía, estaba triste, solo, derrotado... acabado... se dejo hacer, le quitaron gran parte de su ropa y se la llevaron a un lugar que no le importaba, sus manos y pies estaban atados en lo que parecía ser una camilla solo con la ropa interior y una camisa café cubriendo su torso y parte de sus muslos, parecía estar ido en quien sabe donde, sin darse cuenta un ser de mayores proporciones entró seguido por uno de menor tamaño que no dejaba de parecer imponente, estos no apartaban la mirada del pelinegro que miraba al techo de la nave, ambos sujetos sonrieron de forma macabra, el más grande se acerco mientras en su mano hacia aparecer una tipo lanza en la cual en la punta sobresalía un pequeño cubo azul.

La camilla se movió para hacerla quedar de frente a la criatura, el de ojos verdes lo miró por primera vez sin demostrar nada en su bello rostro, aunque por dentro se preguntaba el porqué de despojarlo de su ropa, El Otro acercó la punta del cetro hacia el pecho de Loki sin dejar de sonreír de la misma forma, del cubo salió una pequeña porción de energía en forma de una flama azul que recorrió desde dentro el pecho subiendo hasta su cabeza tornando sus ojos totalmente negruzcos por unos breves momentos hasta que el color desapareció dejando ver un par de esmeraldas encendidas con el nuevo sentimiento de odio renovado desde su corazón, los dos seres rieron de forma escandalosa al ver a su nueva creación mientras lo desataban dejándolo de pie frente a ellos, el dios de las mentiras se mantenía firme con una tenue sonrisa en sus labios, su ropa fue cambiando hasta volverse la de batalla, parecida a la que tenía puesta en Asgard solo que con más verde que dorado, traía puesto su casco dorado en el que sobresalían unos cuernos como si estos fueran alusión a su origen maligno, o quizá...

El manipulador del DiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora