Asgard

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Cuando volvieron a casa, todo fue diferente a cómo lo esperaban.

Había guardias, sí, muchos de ellos estaban cohibidos ante su presencia, especialmente al darse cuenta de que el dios del engaño se encontraba libre de cualquier atadura, sosteniendo sin problemas un lado del Tesseracto y, por ultimo pero no menos importante, con un dios del trueno claramente cariñoso con el otro, una imagen inesperada si le preguntan a cualquiera de los soldados presentes.

―Ah, hijos míos.

Se abrió paso una figura alta y distinguida, su cabello rubio atado en trenzas con ningún cabello suelto el el peinado, una sonrisa suave y ojos cálidos en dirección de sus dos retoños.

―Madre, es un placer ser recibidos por tu presencia.

Respondió el pelingro con una sonrisa suave y verdadera, especialmente reservadas para ella.

― ¡Te ves hermosa como siempre, madre! ―le hizo saber con una gran sonrisa

― ¿No van a saludarme?

Se detuvo delante de los guardias, unos pasos delante de sus hijos, Loki se separó del artilugio en su mano, cediéndolo por completo a Thor, acortando la distancia entre ellos, para luego tomar la mano de la diosa y besar el dorso haciendo una reverencia, segundos después le soltó y la envolvió en un abrazo delicado, por supuesto, nunca mostraría cuanto la había extrañado estando con extraños presentes, sería impropio y no necesitaba más habladurías que dar a la chusma.

Thor por su parte, dejó caer el martillo sin importarle si las baldosas se rompían por el impacto, simplemente se lanzó a abrazar a los dos amores de su vida, siendo cuidadoso esta vez, más cariñoso, fácilmente podía envolver a las dos delgadas figuras en sus brazos sin ningún problema, cerró los ojos y disfrutó de sus fragancias, de los resoplidos molestos de Loki, que escondían bien lo mucho que le agradaba la situación, encantado con la risa cristalina de su madre ante ambos siendo ellos mismos, siendo una familia otra vez. Sin embargo, no todo dura para siempre.

Un leve golpeteo en las baldosas, un sonido metálico muy familiar, se dejó escuchar en todo el recinto, las tres personitas se separaron del abrazo, aunque Thor no los dejó ir del todo, sosteniendo a cada uno contra su pecho por más que el pelinegro deseaba separarse un par de metros del rubio ante la llegada de Odin, éste les miró atentamente, siendo perceptivo ante la posesividad diferente con la que estaba abrazando al menor, entrecerró los ojos, no era estúpido y su hijo mayor muy obvio.

―Ah, veo que han llegado con bien a casa.

―No gracias a ti―respondió el ojiverde a la defensiva

―Ni a ti, por supuesto, después de todo, destruiste el Bifröst en tu partida tan... dramática.

Frigga le frunció el ceño, descontenta con sus palabras pues sabía lo mucho que le había dolido el creer que estaba muerto, pero el viejo hombre la miró unos segundos, expresando algo que sólo ella podía entender, la compresión llegó a sus facciones que se suavizaron brevemente antes de volver a la neutralidad.

Thor tuvo que sostener más fuerte al jotun en sus brazos, no queriendo que fuese a lanzarse a apuñalar a Odin, cosa que era muy probable, lo vio respirar hondamente antes de zafarse del agarre de manera despectiva para luego cruzarse de brazos a su lado, nunca demasiado lejos del rubio, todos sabían muy bien por que razón, sí alguien podía proteger a Loki sería el rubio, y si alguien podía serenar al pelinegro, además de su madre, sería Thor, éste último decidiéndose a soltar finalmente a su progenitora, no sin antes darle una mirada cariñosa y decidida que fue devuelta y aceptada con un asentimiento de cabeza de su parte.

― ¿Qué es esto? Creí que todo Asgard estaría aquí para recibirme.

―Por supuesto que no, Loki, no hay una razón importante para eso.

El manipulador del DiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora