Aceptación

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"Todo vuelve a la normalidad..."

Todo estaba listo, ya no faltaba nada más, solo era cuestión de llevar el plan a cabo, así que utilizando su magia y el bendito cetro llegaron al sitio donde llevaría a cabo su maligno plan de venganza, el portal solo necesitaba ser activado y el Dr. Selving estaba en ello, Loki admiraba su hermosa creación con una ligera sonrisa pero cuando el portal se abrió en el cielo de Manhattan su sonrisa se amplió más con satisfacción, aquello provocó que los habitantes de esa monopolizada ciudad sintieran miedo de lo que eso pudiera significar, y eso, para Loki era su éxtasis.

Del portal comenzaban a emerger extrañas naves, los enemigos del de ojos verdes finalmente hacían acto de presencia en el lugar en un jet, aunque los aliados ya habían comenzado a atacar a los civiles sin importar nada, el menor observaba la escena sin darse cuenta, tratando de encontrar a cierta persona y al no verlo sintió una opresión en el corazón, su mente maquinó la idea de que el rubio, estuviera muerto, una parte de él decía que estaba bien, que merecía eso y mucho más por todo el dolor que le había causado pero eso laceraba su ya de por sí, herido corazón, en cambio su parte "optimista" le decía que eso era imposible, algo como eso solo le dañaría un poco y conociéndole seguramente habría escapado antes de impactarse contra la tierra, y con eso en mente pudo respirar mejor.

Se mantuvo al margen de la situación, sin querer mostrarse ante los ojos de los súper héroes aun, sin embargo ellos no pensaban lo mismo y la mujer pelirroja que comandaba la nave donde antes había estado custodiado por los otros dos apareció delante de él, lanzando un ataque directo que apenas logró lanzarlo junto con Selving que se golpeó en la cabeza dejándolo inconsciente, claro, sin que esto le importara en lo más mínimo al dios, cuando la mujer se dispuso a atacarlo de nuevo, una de las extrañas naves comandado por una de esas horrendas criaturas impactó de lleno un ataque en la nave que la hizo perder el control cayendo con rapidez sin embargo esta no se impactó, sino que al ser tan buena en su trabajo pudo pilotear la nave sin que sufrieran más daños (sabía que su ex aliado y el capitán estaban ahí en el jet).

Se levantó con elegancia tomando de nuevo el cetro que estaba a unos cuantos metros de su cuerpo, de un momento a otro frente a él cayó algo o mejor dicho, alguien, cierto escultural rubio que conocía bastante bien, lo miró a los ojos tratando de encontrar repudio, odio, algo que le indicara que estaba ahí para acabar con él pero se topó con un par de ojos cielo que lo miraban con... ¿Ternura? ¿Comprensión? ¿Amor? Con esa mirada explotó en rabia y con el cetro se dispuso a acabar con el de una vez por todas, le lanzó rayos que el otro esquivaba con elegancia, a lo lejos se miraban como una pareja danzando en las nubes, lo golpeó, le hizo una cortada en la mejilla y ni con eso su mirada cambió ni un ápice, ambos cayeron después de un golpe hacia la segunda planta donde no había nada más, acaso ¿Se estaba volviendo loco?, ¿Por qué no lo odiaba? ¿Por qué no quería acabar con el por intentar destruir su preciosa Midgard? ¿Por qué?, se preguntaba sin obtener respuesta.

En un momento de distracción que tuvo por pensar en ello su cetro salió volando lejos de él y se vio apresado por las firmes manos de su nada delicado hermano, sus ojos se encontraron, intentó inútilmente zafarse de su agarre, más que obvio no tuvo éxito, intentó escapar de la mirada del otro que le provocaba cierto cosquilleo agradable que quería evitar a toda costa pero lo sostuvo del mentón obligándolo a verlo directamente a los ojos, silencio, el silencio reinaba, estaban en guerra detrás de ellos pero por supuesto, no lo notaban, esa fue su oportunidad de oro para escapar pero...

Quedó hipnotizado con esos ojos como el cielo, ¡por los dioses! Extrañaba esos ojos, los que nunca le mentían, nunca supo mentirle, no a él, no podía mentirle a ese hermoso niño de ojos verdes que transmitían tanto pero a la vez nada, cuando menos se dieron cuenta sus labios se habían unido, sus ojos se cerraron por instinto para disfrutar aun más ese anhelado contacto, el rubio sintió latir su corazón de nuevo, y el pelinegro, bueno, el sintió el calor del cuerpo ajeno en el suyo, se sintió... Vivo de nuevo, como hace mucho tiempo no se sentía, tuvieron que separarse del contacto por la falta de oxigeno en sus pulmones, se miraron de una forma tan especial y única.

El manipulador del DiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora