Las chuches

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¿Sabes ese momento en el que todo es tranquilidad y paz? Como cuando te estás quedando dormido cómodamente en un sofá, supongo que si aprecias eses momentos sabrás el cabreo que se coge cuando un engendro del mal decide que es buena idea tirársete encima, y eso fue exactamente lo que me ocurrió, el engendro del mal también llamado Daniel se lanzó aterrizando sobre mí, estaba tan cerca de quedarme dormida, TAAAAN cerca.

Si las miradas matasen él estaría en este momento bajo un lago y no precisamente buceando.

-¿Qué diablos estás haciendo?- Él me regaló una sonrisa deslumbrante antes de contestar –Nada, solo me aburro- Con un poco de esfuerzo logré moverme haciendo que Daniel caiga en el suelo con un ruido sordo –Hey eso duele, algún día serás encarcelada por maltrato- Su semblante era serio pero en sus ojos se podía apreciar un brillo travieso, sonreí con dulzura antes de contestar –Creo que antes sería encarcelada por asesinato en primer grado- El trago saliva y giró la cabeza, se quedó mirando por la ventana mientras yo me estiraba como un gato.

Él se levanto de golpe, me agarró la mano obligándome a levantarme y empezó a tirar de mi hacia la salida de la casa.

-Emmm, ¿Qué haces?-pregunté con curiosidad -Ya te he dicho que me aburro, así que estaba pensando en salir a dar un paseo- -Ajá, ¿pero por qué me arrastras también a mi?- Se rasco la nuca, me miró durante un momento –Deberías coger un abrigo afuera hace frío- Con un suspiro de resignación cogí un abrigo en el perchero que había junto a la puerta, me lo puse y salí al exterior –Vale, ¿ahora me dirás porque me estás llevando contigo?- -Ya te lo he dicho simplemente me aburro y sinceramente cuando estás cerca suelen pasar cosas divertidas- Lo miré fijamente, en todas esas veces "divertidas" para él significaba que yo hacía algo vergonzoso.

Nos dirigimos al pueblo, me compre una bolsa de chuches, los ojos verdes de Daniel miraban deseosos la pequeña bolsita, poco a poco el se iba acercando a mí, sin separar los ojos de la bolsa, yo miraba con recelo cada uno de sus movimientos, con un movimiento rápido su mano se dirigió a por la bolsa sin embargo no fue lo suficientemente rápido, él tenía sujeta la bolsa por un extremo y yo por el otro, y ocurrió el desastre, la bolsa se rompió.

Mis ojos no se despegaban del suelo donde estaban agonizando las pequeñas chuches, lentamente miré a Daniel, él tenía una mirada de horror al ver la masacre que él ocasiono, pero cuando vio mi rostro su expresión cambió a horror.

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Estaba sentada en un banco en el parque con una bolsa de chuches mucho más grande que la anterior, que en paz descanse, solo diré que Daniel aprecia su vida.


Dos capítulos en un día y no no estoy enferma XD, quizás suba un tercero bueno espero que les guste 


¿Acaso soy caperucita roja?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora