Narra Emma.
-Hola, que tal- me saluda el chico que es muy guapo.
-Ho- hola- respondo tartamudeando.
Las bocinas de los demás autos no se hacen esperar, veo hacía el semáforo y puedo deducir que está en verde. Él, antes de avanzar me hace una seña con la mano para que lo siga hasta más adelante. Dudo en, si ir o no, pero luego recuerdo que pueda que me vaya a dar dinero por lavar su ventanilla.
Así, que decido ir. Cuando llego donde él está estacionado, está parado en la vereda. Al verme sonrió de nuevo, sentí el rubor subir por mis mejillas, esa sonrisa que ya me tenía hipnotizada. Me sentí aún más nerviosa, hasta que llegué al lado del auto donde él estaba.
-Hola de nuevo- habló con alegría
-Mmm hola- respondí muy nerviosa
-Soy Harry. Harry Styles- se presentó y estiró su mano.- ¿Cuál es tu nombre?
Dudé si presentarme o no, me quedé en silencio y aparte la mirada de él.
-Venga, dime, tranquila que no soy un asesino en serie- sonrió y me miró a los ojos dándome una mirada de confianza.
-Ariadna Moretz- estiré la mano para sellar la presentación.
-Disculpa el atrevimiento , pero ¿te puedo invitar a comer algo?- preguntó y negué de inmediato, pues no lo conocía aunque su nombre me sonaba, me daba confianza pero por eso mismo estaba donde estaba; por darle confianza a quien no debía.
Harry arqueó una ceja y me dio una sonrisa- Si no quieres no lo hagas por ti, pero hazlo por el bebé. No quiero que sufra, así que acompañame a un restaurante y te daré una buena comida para que tengas fuerzas, puedo adivinar que no has comido bien hace mucho y el bebé lo necesita- señaló con la mirada mi vientre abultado. Me quedé sorprendida por lo que dijo y luego lo vi abriendo la puerta del copiloto- Ahora sube- demandó con una voz suave, me tendió la mano para ayudarme y la acepte, en cuestión de segundos ya estaba dentro, cerró la puerta y rodeó el auto. Se subió y empezó el camino hacía un restaurante.
Miraba mis manos nerviosas, sólo pedía que fuese un local sin mucha gente, a pesar de estar limpia no tenía una buena ropa para entrar a un restaurante y menos en estas fechas.
El viaje estaba siendo muy incómodo, había pasado más de media hora recorriendo las calles de un Londres con gran movimiento, era 24 de diciembre, Noche Buena.