Capítulo 8

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Narra Emma.

Al momento que Harry dijo aquello y el auto empezó su movimiento, sentí una punzada de dolor en la parte baja del abdomen, solté un gritito y Harry frenó a raya, me miró de inmediato. Negué con la cabeza. El auto volvió a su marcha pero esta vez con un poco más de velocidad, supuse que iríamos a su casa. El dolor se hacía presente en cada segundo que pasaba y me asusté cuando sentí un líquido entre mis piernas.

-¡Harry, mi bebé!- grité retorciéndome de dolor y de miedo.

-Tranquila Ariadna, ya estamos yendo al hospital. Sólo... respira- me dio una mirada nerviosa.

-No lo aguanto- gritaba y trataba de respirar mientras las lágrimas corrían por mis mejillas. ¡Santo cielo! ¡Mi bebé!

Cuando llegamos ya no aguantaba más el dolor, Harry aparcó rápidamente el auto, y lo rodeó mientras llamaba pidiendo una camilla, vi como dos socorristas se acercaban corriendo y una traía una silla de ruedas. Llevaba los ojos cerrados y respiraba con pesadez, las contracciones eran fuertes, escuchaba como hablaban sobre llevarme al quirófano o dar a luz normal. Cualquiera de las dos opciones era eficaz pero que hicieran algo rápido. 

Me acostaron en una camilla, me cambiaron la ropa por una bata de hospital, me pusieron una inyección para ayudarme a calmar el dolor, el doctor entró a la sala y la enfermera detrás de él.

-Cariño, deseas que el papá entre o prefieres que se quede afuera- preguntó amablemente. ¿El papá?. Asentí, no era momento para explicarles la situación.

Harry en tan solo horas se había vuelto en una persona importante, y era la única persona que se había preocupado por mi bebé.

Las contracciones llegaban cada cinco minutos ¡Y qué fuertes que eran!

-Tiene 7 de dilatación- decía una enfermera- Cuando tengas al  menos diez podrás empezar con labor de parto, te faltan sólo tres. Tranquila, todo estará bien- me acarició la cabeza.

Abrí los ojos y observé esos ojos esmeraldas pasar por la puerta y él sonriendo, me cogió la mano con fuerza.

-¡Ahora, puja con fuerza!- decían las parteras. Yo hacía lo que me pedían, mientras las lágrimas salían como llave de agua abierta. 

Después de lo que parecieron horas, -mi mano seguía entrelazada con la de Harry- se escuchó el llanto de un bebé inundar la habitación.

Mi bebé.

Su llanto se convirtió en mi mejor melodía, y esta sin duda sería la mejor navidad de mi vida y mi bebé el mejor regalo. 




Navidad en ¿Familia?Where stories live. Discover now