El Caballero y el Dragón

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A ver, piensa... Un dragón real está por atacar el castillo y no tengo idea de que carajos hacer

R: -Princesa ¿Qué se supone que haga?-

M: -Tu puesto es evitar que muera así que has tu trabajo-

Vaya, esta vez me gané la agresión... Pues vale evitemos que se derrame sangre de altura

S: -Por favor evita que cosas malas pasen-

Sólo sonreí y le hice un gesto con el pulgar de que todo estará bien... Espero no haberle mentido, de cualquiera manera, todos bajaron a esperarlo en la entrada del castillo y yo miré al ojo de dragón y sentí la necesidad de subir a la torre más alta en lugar de quedarme en tierra firme. Llegue sin aliento y todo cansado de tanto subir

R: -¿Ahora que se supone que haré?-

E: -Pues fue tu decisión subir en vez de bajar-

¿Pero qué rayos?

R: -Elena ¿Qué haces aquí?-

E: -No pienso dejarte a la deriva, después de todo si sales herido yo soy una Elfa que puede curar casi todo con la excepción de la muerte-

Es cierto, después de todo Elena es proveniente del reino Naturae y es destacado por sus artes curativas

R: -Bien, entonces quedate cerca, presiento algo aproximarse-

De pronto un torrente de fuego implosionó desde el cielo nocturno, los que se percataron lograron moverse y preparar el contraataque mientras que yo veía a puras penas al dragón desde la torre pues pasaba más abajo de mi posición, iba muy rápido y no se me ocurrió algo más que probar mi suerte

R: -Elena, en caso de no volver quiero decirte algo... Adoré ese baño-

Dicho esto me lancé desde la torre buscando caer encima del dragón, miré una vez más el ojo que guiaba mis acciones y entendí que debía inclinar un poco mi cuerpo a la derecha y hacerme algo hacia atrás

R: -A ver... Algo así-

Bingo, caí en el lomo de dragón

R: -Hola, buenas noches-

El dragón me miró algo desconcertado y cuando reaccionó ante la situación empezó a agitarse bruscamente para que me cayera de su lomo

R: -¡Hey! Calmado...-

El dragón no paró de agitar su cuerpo hasta que me caí de su lomo, desenvainé la espada para ver muy posiblemente una última vez el ojo de dragón y cuando lo miré una chispa nació en mí, con una seña hice que el dragón volviera a recogerme donde me había soltado y me posé de nuevo sobre su lomo

-Disculpeme-

R: -Es oficial me volví loco-

-No se volvió loco señor, es que no había visto que portaba la espada del Rey de los dragones-

Miré la espada una vez más y el ojo de dragón brillaba con bastante enjundia, esa chispa fogosa inundó mi cuerpo...

R: -Rey de los dragones...-

-En efecto y por ser portador de dicha espada usted tiene una importante figura con todos los dragones además de poder hablar nuestro lenguaje-

R: -Ya veo... ¿Y por qué atacaste el castillo?-

-No fue mi intención es que tengo problemas intestinales y no controlo el fuego que escupo últimamente-

R: -Ya veo, bájame y veré que puedo hacer para que no ruede tu cabeza...Espera, tengo una mejor idea, vamos a la torre más alta-

Una vez llegamos Elena estaba muda del miedo de semejante criatura y yo encima de ella, de un brinco baje para poder hablar con ella

R: -Elena no tengas miedo, es un buen dragón, sólo está enfermo-

Elena seguía muda así que tuve que tocar su frente con un dedo para que reaccionara

E: -Si.. Si perdón... Y ¿Que quieres que haga?-

R: -Algún remedio para curar el dolor de estómago o algo así no sé, tú eres la elfa-

Elena sacó de su pequeña bolsita que siempre cargaba con ella una botellita de aspecto no muy agradable y me dijo que se lo iba a tomar el dragón para que se mejore

R: -Ya la oíste... Abre bien-

El dragón abrió su hocico y yo lanze el menjurje dentro de su ser

R: -Bueno, con eso bastará-

-Gracias, comienzo a sentir mejoría-

R: -De nada, ya sabes que los elfos son sanadores rápidos-

E: -¿Puedes entenderlo?-

R: -Sí, es genial y todo gracias a la espada-

Le hice señas al dragón para que se marchase antes de que los soldados llegaran y de nuevo me quedé solo con Elena hasta que el Rey y todos los demás hicieron su aparición

-Muchacho ¿Por qué no mataste al dragón?-

M: -Porque es un cobarde inutil-

R: -Llámame cobarde pero nadie merece morir por un dolor de estómago, ahora entenderé si el primer día quiere despedirme por no convertirme en asesino-

El Rey con su radiante sonrisa de siempre refutó

-Cada momento me sorprendes más muchacho despedirte sería lo último que haría, vayamos a continuar comiendo-

Ese Rey es un loquillo

Continuará

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