El fin de semana no fue mal, la mayor parte de él, Eli, Gwen y yo hicimos varias visitas a tiendas de decoración y de ropa. A Gwen no se le quitaba de la cabeza la idea de "impresionar" según como ella dice.
A mí la verdad, impresionar o no, me es indiferente, yo sé lo que quiero, y no es ser la más popular del campus.
Me compré algo de ropa y varias cosas que necesitaba para mi parte de la habitación, ya que apenas la había decorado.
Por las noches nos reuníamos para ver en nuestra habitación alguna película o alguna serie. Eli sugirió que a partir de ahora tuviésemos un día a la semana dedicado a ello.
Cualquiera dirá que nos conocemos de toda la vida, dado que en tan solo unos días nos hemos hecho inseparables.
El domingo Chris nos sugirió que fuésemos a visitar el centro de Seattle y así ya veríamos la línea de autobuses correspondiente de las afueras del campus. Le hicimos caso y fuimos a visitar la ciudad.
Seattle es precioso, no tenía palabras para describirlo. Nos tiramos todo el día viendo la ciudad.
Lo que más me gusto fue Space Needle. Lo había visto en fotos y por la televisión, pero en persona, es único.
Pasamos por varias tiendas de ballet, todas eran magnificas pero hubo una en especial que me llegó.
Se llamaba Capezio, tenía una gran variedad de artículos de ballet. Apunté el sitio y la dirección para venir más adelante.
Y por fin había llegado, lunes.
Tendría seis horas diarias de todo tipo de clases de danza clásica. Me iba a doler todo el cuerpo, pero ya traía la mente y el cuerpo preparado para ello. Este verano me apunté a varios cursos de ballet para prepararme más y practicar, espero que den su efecto.
Me desperté a las seis de la mañana, quería darme una ducha pronto, arreglarme e ir a desayunar a las siete y media con Gwen, como habíamos prometido.
Las duchas a estas horas están vacías, las chicas prefieren dormir un poco más por lo que parece.
Bien, yo ya empezaba con mis maniáticas costumbres.
Cuando por fin acabé de arreglarme eché un ojo a Eli, la cual seguía durmiendo como un tronco.
Sin hacer ruido salí de la habitación con mis cosas en la mochila y me dirigí a la cafetería.
-Vaya Gwen, estás... genial.
Gwen se había metido en un diminuto vestido de vuelo corto con unos tacones.
-¿Es demasiado? Quiero impresionar, ya sabes.
Si lo que quiere es impresionar entonces no, no es demasiado.
-Oh no, estás muy bien Gwen.
-¡Gracias!
Ambas nos sentamos en la cafetería, la cual estaba casi vacía, solo nos encontrábamos nosotras y al lado en una mesa un chico con un libro y un café.
-¿Has conseguido sacarle palabras a tu compañera?
-Que va, no hay manera, esa chica es muy extraña de verdad. ¿Y Eli? Pensé que quizá vendría.
-Ya me la presentarás, si es que la sacas palabra. Eli se ha quedado durmiendo.
-Vaya, no es madrugadora. ¿A qué hora empieza tu primera clase?
-A las ocho y veinte, ¿Tú?
-A y media.
Nos tomamos nuestros cafés y charlamos un rato hasta que me tuve que marchar.
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Soñar en puntas - PUBLICADO
Подростковая литератураJacqueline Price, movida por seguir los pasos de su abuela y cumplir su sueño, deja todo atrás para empezar su futuro como bailarina en la universidad de Seattle. Su camino se verá interrumpido por envidias, celos y problemas en los que será involuc...