Quattro

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Todos los días me arreglaba a la velocidad de Flash y apuraba a toda mi familia, para llegar temprano.

Siempre llegabas quince minutos antes del timbre y me esperabas junto a la puerta de mi aula. 

Poco después aparecía yo, casi corriendo para tener suficiente tiempo para tener una platica decente.

Porque hablar contigo era una buena forma de iniciar el día.

Y cuando tenías que irte a tu salón por la primera clase y yo tenía que entrar al mío, comenzaba a contar los minutos que faltaban para el recreo.





Cada vez que me dices amigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora