CAPITULO 5: ¿Prometes no reírte?

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Salí literalmente corriendo sin tiempo de ponerme una chaqueta, estaba haciendo demasiado frío y ya que estaba vestida solamente con una camisa de manga corta tuve que abrazarme a mi misma para recuperar un poco de calor. Kim vivía doblando la esquina y por lo tanto no tardaría mucho en llegar a su casa. Mientras corría lo mas rápido posible pensaba en que le podría estar pasando a Kim, ella nunca se derrumbaba asi y por lo que escuche por él teléfono, se encontraba bastante mal.

Llegue a la esquina y como era de noche para mi mala suerte, no logre ver una cuerda delgada color transparente que estaba amarrada a un árbol de un extremo y a un farol del otro, así que caí. Malditos niños precoces, me volveré presidenta del barrio y no dejare que vuelvan a ver la luz de la calle hasta que crezcan, tengan dinero y me compren Nutella. Me levantó del suelo mirando a todos lados para estar segura de que nadie vio mi torpe caída y sigo mi camino, pero esta vez no estoy corriendo.

Cuando llego a la casa de Kim, veo únicamente las luces de su cuarto encendidas así que supongo que ni sus padres ni sus hermanos se encuentran en casa.
Golpeo cinco veces siguiendo un ritmo que Kim y yo inventamos cuando eramos niñas en un campamento para saber que éramos nosotras quienes estábamos tras la puerta, en ese entonces solo confiábamos en nosotras mismas hasta que conocimos a April, que se hospedaba en la cabaña de al lado.

Escuché como mi amiga bajaba las escaleras ya que el sonido de sus tacones se me hacía conocido. Se me hizo un poco raro escuchar que aún los tenía puestos ya que si era cierto lo que había dicho Gabe, Kim había tenido el tiempo suficiente para quitarselos. Cuando Kim abrió la puerta pude ver sus ojos hinchados y su maquillaje un poco corrido debajo de ellos.

-Oh mirate, luces terrible.- Solté al tiempo que me acercaba para abrazarla.

-Lo arruine todo, Mad.- Dijo correspondiendo a mi abrazo y sollozando.

-¿Que has hecho esta vez, Kimcita?- Dije soltandome y mirándola a los ojos con ternura. No me gustaba para nada verla así.

-¿Prometes no reirte?- Dijo mientras hacia pucheros y miraba al suelo.

-Lo prometo.

Narra Kim:

*Después de salir del instituto*

Salí de clase de literatura y me sentí demasiado cansada para ser él primer día, me dirigia hacia mi casa pero vi a Amber y a April dirigirse hacia la cafeteria así que corrí para alcanzarlas. Cuando por fin encontramos una mesa vacía, las 3 fuimos a sentarnos mientras una chica que se veía muy agradable pero agotada tomaba nuestro pedido.

-Yo quiero un café, por favor.- Dijo Amber mientras miraba él menú.

-¿Es quien creo que es?- Dijo April mirando algo tras de mi.

Voltee mi cabeza tan rápido que él se dio cuenta y cuando me vio lo único que hizo fue sonreír y mirar hacia otro lado. Me levante tan rápido de mi asiento que cuando lo hice un zapato quedó atorado bajo la mesa. Enseguida lo único que pude hacer, fue ponerme roja como un tomate y agacharme para poder recogerlo y ponerlo de nuevo en su sitio. Después de recibir abucheos por parte de quienes se supone son mis amigas, me dirigí hacia la barra que era dónde se encontraba Gabe y apenas llegué le dije todo lo que le tenía que decir sin rodeos ni nada de eso. Cuando ya no tenia nada mas que decir, él me paso lo que supuse era un papel, lo leí y hice lo que decía. Me despedí de las chicas y me dirigí a casa como lo decía él papel, mientras caminaba me preguntaba porque él querría que fuera ya a mi casa.
Cuando por fin llegue me encontré con una sorpresa que sinceramente no esperaba así que fui corriendo hacia la casa de Maddison para contarle todo.
Ese chico enserio sabía como ponerme los pelos de punta en todos los sentidos.

Cliché A DomicilioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora