Misery

11- Especial

- ¿Qué es lo que más te gusta de mi?- Me dice, mientras acaricia mi cabello suavemente.
Levanto un poco la cabeza, pero sin separarme demasiado de su torso desnudo.
- ¿Por qué me lo preguntas?
- Porque no encuentro ninguna razón lógica para que tu quieras estar conmigo.
- Eres el chico más perfecto que existe.- Se ruboriza un poco. Noto los latidos de su corazón, lentos y pausados, pero fuertes.
- ¿Qué es lo que ves en mi?
- Eres diferente... Tus ojos son especiales.
- Hay millones de personas con los ojos azules. ¿Qué tienen de especial los míos?
- Los ojos son el espejo del alma...- Me incorporo, tapándome con la blanca sabana el cuerpo.- Y los tuyos reflejan un alma diferente a las demás. Tu alma es...
- ¿Especial?- Sonríe un poco.
- No encuentro palabras para expresarlo.
- Yo no encuentro palabras para expresar cuánto te quiero.
Ahora la que se ruboriza soy yo. Roza sus labios contra los míos y me besa suavemente.
- Y ahora es mi turno...- Le guiño un ojo.- Tu eres guapo y rico, puedes tener a todas las chicas que quieras. ¿Por qué me elegiste a mi?
- Porque tú eres, y te voy a copiar, diferente a las demás. Eres como eres y no te importa lo que piensen los demás.
- Gracias, me esforcé bastante para lograr eso.
- ¿Cómo?
- Cuesta que no te importen los comentarios de los demás si esos comentarios son dolorosos...
- ¿Quién te ha hecho daño?
- Todo el mundo, pero ese no es el tema. El caso es que tenía ataques de ira y épocas depresivas y tal... Pero entonces dije "ellos lo que quieren es verme sufrir, si finjo que no me importa quizás..."
- ¿Paren?
- Paren. Pero no pararon, al menos por un tiempo.
- ¿Y ahora?
- Esta la cosa más o menos tranquila...
Suspira y se recuesta en la cama, yo hago lo mismo y me abrazo a él.
Permanecemos así unos diez minutos hasta que el teléfono de Harry nos separa.
Trrriiiiing trrrriiiiiiinggg
- Ajj, mierda.- Descuelga el teléfono.- ¿Si? Hola, sí... No. Ah claro. ¿¡Qué!? Ahora???!!! Ahora no puedo estoy ocupado. ¡Qué no puedo! Joder vale... Estoy allí en un momento.
Y cuelga el teléfono, con otro suspiro.
- ¿Qué pasa?
- Tengo que irme. Mi padre está... Bastante mal y quiere despedirse, supongo. ¿Te importa si voy?
- Vale, no te preocupes.- Me levanto y me pongo la ropa.- Yo también tengo que irme a casa.
- Bueno, vale.- El también se viste, pero más formal con un traje de chaqueta azul oscuro.- Vamos, te dejo allí.
- Bien.
Ambos subimos al coche y no intercambiamos ni una palabra durante todo el trayecto. El está nervioso, porque maneja el volante con mucha fuerza y no para de suspirar y yo, miro por la ventana, recostada en el asiento, mientras escucho la música que sale de los altavoces de la radio del coche.
Por fin llegamos a mi piso y el para el coche. Yo me bajo, después de darle un tierno beso en los labios y desearle suerte con su padre.
Entro en mi piso y veo que está vacío.
- Habrán salido.- Digo para mí misma.
Y me siento en el sofá para jugar a la Play Station.

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