Prologo

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Empezaba otro día con el sonido del despertador, eran las seis de la mañana.
Me levante de mi pequeña cama, intentando apartar las sabanas pegadas a mi cuerpo, al levantarme subí la corredera de la pequeña ventana viendo que ni el sol había salido aún, una vez más había despertado yo antes. Retrocedí hacia mi cama para poder ordenarla antes de salir de la habitación.

Vi como un trozo de la sábana blanca se había vuelto roja. Pase la mirada por encima de mi hombro y no vi nada, con lo cual no le di importancia. Retire la sabana y la deje caer al suelo. Seguidamente me dirigí hacia el armario, lo abrí de par en par, y saque una sábana nueva, también blanca, aunque esta había perdido mucho color, tenía manchas rojas, que con un poco de suerte, con el tiempo desaparecerían. La coloque sobre la cama y seguidamente, agarre la ropa que me pondría de mi armario y antes de salir por la puerta, recogí la sabana sucia.

Al salir, contemple la planta de lado a lado, no vi nada, así que proseguí. Me dirigí hacia la cocina donde había una lavandería, deje la sabana en el cubo de la ropa sucia, y cuando salí de allí vi a mi padre, sentado en el sofá, con una cerveza en mano, la televisión encendida, y muchas otras latas más en el suelo, con el aliento apestado de alcohol y dormido.

Empecé a limpiar, a decir verdad, este era el único motivo por el cual despertaba tan temprano, porque mi padre me ordenaba limpiar antes de salir de casa. Limpie el suelo del comedor conjunto las cervezas que ya se había bebido por la noche, saque la ropa limpia y la tendí para que se secara, coloque mi ropa sucia y la de mi padre, sin tener en cuenta las otras cientos de tareas. Una vez todo limpio y recogido, me dirigí al baño para poder ducharme y vestirme.

Cerré con pestillo, me quite la camisa, el pantalón, y a la vez deje que mi melena de color rojizo cayera por mis hombros. Al salir de la ducha me mire al espejo, y me gire para ver mi espalda, vi de dónde provenía las manchas de mi sabana. Comencé a abrir los cajones del baño.
En el primero encontré ordenadamente maquillaje, cepillo y lo normal que encuentras en el cajón de una mujer, todo aquello pertenecía a mi madre. Ella me lo regalo debido a que no lo usaba. En el siguiente, encontré lo que buscaba, el botiquín de emergencia, que contenía toallas, agua oxigenada, aguja, hilo, y cientos de rollos de vendas. Cogí un trozo de venda y la envolví por la herida presionando mi omóplato. Finalmente me vestí con unos vaqueros altos azulados, una blusa negra y unas bambas completamente blancas dejando oculta mi herida. Seguidamente, busque con la mirada mi habitación y me dirigí hacia allí. Agarré la mochila conjunto el teléfono, y me fui.

Un viernes más, camino hacia clases, dando las mismas explicaciones y excusas por las cuales tengo heridas en mi cuerpo, y creo que la excusa de resbalarme en la bañera está empezando a ser sospechosa...

Un viernes más, que acabo convirtiéndose en, el último viernes.


** 

Acabaron las clases por hoy, era hora de volver a casa, a pesar de que no quisiera volver a pisarla. Recogí lentamente cada detalle sobre mi mesa y me fui. Pase por la puerta principal, me encontré con el grupo de chicos de Rugby, riendo y sonriendo al equipo de animadoras, en cada instituto tenía que a ver esa "clase" de personas.
Seguí andando calle arriba mientras muchas más personas recorrían el mismo camino que yo, poco a poco veías como la gente se iba distorsionando, mientras yo caminaba despacio, sin prisa, con los auriculares en mis oídos, y la voz de los Beatles golpeaba mis oídos.

Pasado unas cuantas calles, llegue a mi casa. Abrí la puerta con sigilo y lo primero que escuche fue "FALTA! MALDITO ARBITRO!". Mire hacia su butaca, encontré a mi padre con más cervezas en la mano, chillando al televisor como si le escucharan, y una botella de whisky en la mesa de al lado de su butacón marrón.

- Ho..hola papá.. - Dije algo temblorosa sabiendo lo que venia ahora.


Scarlett CupperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora